Zárate: se viene una elección brava

Una elección distinta en un país que cambió

El año 2025 no es uno más. A nivel nacional, la irrupción de Javier Milei en el escenario político provocó un terremoto institucional y discursivo. La promulgación de la Ley N° 27.781, que implementa la Boleta Única de Papel para elecciones nacionales, rompió con décadas de prácticas políticas arraigadas. Pero esa reforma no alcanzó a la provincia de Buenos Aires, ni mucho menos a los municipios, que seguirán utilizando el sistema tradicional de boleta partidaria por lista completa.

Este escenario bifurcado, donde la Nación y la Provincia votan por separado, desarma el esquema político habitual. La decisión del gobernador Axel Kicillof de adelantar los comicios provinciales para septiembre -un mes antes de las elecciones nacionales- no fue inocente: responde a una lógica de preservación de poder territorial frente a un peronismo fragmentado y una nación que ya no ofrece garantías para arrastrar votos hacia abajo.

El impacto directo sobre Zárate

Zárate no está aislada de este nuevo paradigma. Por el contrario, es uno de los distritos donde esta separación electoral cobra mayor relevancia. Su historia muestra que, cuando se vota a Intendente, el electorado prioriza la figura del candidato. Pero cuando el comicio no incluye el Ejecutivo local, el voto suele alinearse con las tendencias nacionales o provinciales.

Ahora bien, con elecciones desdobladas, sin boleta sábana, la centralidad vuelve a estar en lo local, y eso pone sobre la mesa una disputa de liderazgo directa entre los actores del distrito. Se acabó el camuflaje detrás de una estructura partidaria nacional. Cada candidato deberá ganarse su lugar con nombre propio. Y lo que está en juego no es menor, el oficialismo local pone en juego la mayoría en la Escribanía, perdón, en el Concejo Deliberante.

Una historia de particularismos: cuando el patrón se rompe

A lo largo de su historia democrática reciente, Zárate mantuvo una coherencia electoral marcada, salvo en momentos muy puntuales. El caso más evidente fue en 2009, cuando el Movimiento H.A.C.E.R. por Buenos Aires, en un ardid avalado por la Junta Electoral, presentó listas duplicadas junto a Nuevo Zárate, compartiendo candidatos bajo diferentes boletas. Así, acumularon los votos como si fueran una única fuerza, ganando una elección sin ser realmente la más votada.

Esta estrategia, lejos de ser una anomalía, expone la fragilidad del sistema electoral local y la voluntad de manipulación de la voluntad popular cuando el aparato así lo dispone. En esta oportunidad, con boletas de dos cuerpos, podría haber maniobras similares, aunque bajo otros ropajes: listas espejo, colectoras encubiertas, candidaturas testimoniales.

La boleta corta: ¿una amenaza o una oportunidad?

La nueva dinámica presenta dos efectos colaterales inmediatos:

1. Mayor fragmentación: al eliminarse el incentivo de arrastre, proliferarán las fuerzas locales, los sellos de ocasión, los armados de bajo costo y alto impacto territorial.
2. Mayor confusión del electorado: con boletas cortas, boletas locales sin cuerpo seccional, y la posibilidad de corte, se incrementará el número de votos nulos, errores y boletas inválidas. Esto favorece a quienes tienen mayor aparato para ‘educar al votante’ en el cuarto oscuro.

Pero también hay un efecto deseable para la salud democrática: por primera vez en muchísimos años, las elecciones locales se juegan en serio.

En este contexto surgen más interrogantes que certezas, aún bajo el influjo de desconocer si el ordenamiento se realizará a través de elecciones PASO o al interior de cada fuerza de manera autónoma. Si el camino fuera este último puede generarse una fuerza centrífuga que haga explotar la oferta electoral local y aparezca una proliferación de candidaturas locales representando a sellos electorales sin participación local pero que en este contexto cotizan en alza como vehículo electoral.

Por ello cabe preguntarse, por ejemplo, ¿bajo qué fuerza participará el oficialismo local? ¿Cómo parte de una fuerza provincial o como Juntos Somos Zárate, en línea con lo que Marcelo Matzkin dijera de respetar las alianzas locales?

¿Qué hará la Unión Cívica Radical, ahora conducida localmente por el sector que, al margen de las estructuras y la organicidad partidaria, acordó con el hoy Intendente sumarse a su propuesta? ¿Qué hará la porción del Partido que entonces no avaló tal alianza y que, en los papeles aunque no en los negocios, está fuera de ella?

¿Qué ocurrirá en el peronismo? ¿Se mantendrá unido o la competencia desatada entre Axel Kicillof y Cristina Fernández generará el espacio para una competencia electoral a nivel local?

¿Y La Libertad Avanza, que a nivel local ya no funciona ni como un partido ni como una coalición? ¿Participarán en paralelo tal como vienen funcionando en el Concejo Deliberante con el Partido Demócrata por un lado y La Libertad Avanza por el otro?

Incluso ¿habrá lugar para un acuerdo PRO – La Libertad Avanza? ¿Funcionará la elección de CABA como una PASO entre las derechas vernáculas?

Estas preguntas se dan partiendo de la lógica histórica de análisis, pero hemos dicho que estas elecciones serán sui generis, por lo que cabe agregar nuevos interrogantes.

El oficialismo en problemas

La gestión actual, encabezada por Marcelo Matzkin, no puede mostrar grandes logros. La ciudad vive un proceso de parálisis administrativa, con obras paralizadas, servicios deficientes y una creciente distancia entre el gobierno y los vecinos. La promesa de ‘cambio’ que impulsó su victoria parece hoy más lejana que nunca.

El oficialismo, que en 2023 se apoyó en el rechazo al caffarismo más que en una propuesta de gestión, no logró consolidar poder real, ni en el Concejo Deliberante ni en los barrios. Su alianza con sectores del radicalismo fue más táctica que programática, y hoy no garantiza fidelidades electorales.

¿Quién encabeza? ¿Quién pone la cara?

Entre los nombres que circulan como posibles cabezas de lista del oficialismo aparecen tres variantes que no entusiasman a nadie:

• Ignacio Suárez Ogallar, actual Secretario de Gobierno, cuya figura carece de peso político real y arrastra críticas internas por su falta de gestión y escasa capacidad de diálogo.
• Javier Velázquez, de bajo perfil institucional pero presente en territorio durante la campaña 2023, quien nunca logró consolidar una imagen positiva como funcionario.
• Laura Goris, esposa del Intendente, que representa una jugada hereditaria, que ya se está testeando en encuestas financiadas por Matías Ranzini, y que puede interpretarse como una señal de debilidad estructural, más que de fortaleza.

El radicalismo: ¿una fuerza vaciada?

La Unión Cívica Radical, otrora columna vertebral de la política local, está hoy fragmentada. Un sector acordó con Matzkin, traicionando décadas de identidad partidaria. Otro sector se mantiene al margen, pero sin fuerza propia ni discurso claro.

La gran incógnita es si resurgirá con lista 3 histórica, como parece insinuar la línea provincial, o si seguirá siendo un apéndice del PRO, hipotecando su historia a cambio de migajas.

El peronismo en ebullición

Lejos de tener un liderazgo unificado, el peronismo zarateño atraviesa una crisis de representación. Las tensiones entre el sector de Leandro Matilla y las figuras emergentes como Agustina Propato son cada vez más visibles. La disputa entre Axel Kicillof y Cristina Fernández también se cuela en la política local, generando incertidumbre y atomización.

Se barajan múltiples posibilidades: ¿Qué pasaría en el peronismo, si fuera unido, y la boleta la encabezara Leandro Matilla? ¿Qué futuro mejor podría proponer si su pasado y presente no es bueno? ¿Cómo podría proponer algo que no ofreció hasta ahora? ¿Y si Agustina Propato decidiera desembarcar en 2025 de cara a 2027 encabezando la opción opositora de más fuerza? ¿Y si ambos sectores compiten bajo diferentes sellos? ¿Y si la representante de La 20 de Noviembre fuera Ana Almirón, quien tiene vasto trabajo territorial en una elección donde este capital será de mucho valor?

Si no hay síntesis, la división puede dejar al peronismo fuera de carrera, aun siendo la fuerza con mayor anclaje histórico en el distrito.

Los libertarios: sin estructura ni conducción

La llamada ‘familia libertaria’ está completamente desmembrada en Zárate. No hay partido, no hay conducción, no hay plan. Funcionan en el Concejo Deliberante como dos espacios atomizados, sin coordinación ni estrategia.

Su única posibilidad radica en que surja un outsider con recursos, narrativa y ambición personal, capaz de surfear la fragmentación y canalizar el voto bronca.

Pero hoy, sin aparato, sin referentes ni armado territorial, La Libertad Avanza local no aparece como una opción seria.

¿El retorno del caffarismo?

Cuando todo se desordena, hasta lo viejo vuelve a parecer una solución. En ese contexto, el exintendente Osvaldo Cáffaro aparece en los rumores como posible candidato a concejal, en una estrategia de regreso planificada. También se menciona a Ariel Ríos, como relevo natural de una estructura que, si bien está desgastada, aún mantiene base territorial y presencia barrial.

La gestión Matzkin ha sido tan decepcionante que incluso sectores que antes pedían que Cáffaro se fuera ahora lo ven como un mal menor. Así de bajo ha caído la política local.

Una oportunidad para lo nuevo

Con este escenario caótico, lleno de candidatos desgastados, aparatos sin ideas y alianzas vacías, surge una oportunidad para las verdaderas fuerzas locales. Para quienes tienen presencia en los barrios, trabajo territorial sostenido, y una narrativa fresca que no dependa de lo que pase en Buenos Aires o en Nación. Una opción que trabaje para posicionarse para la elección de Intendente 2027.

Es el momento de hablar de agenda local, de infraestructura, transporte, salud, empleo, y no de repetir slogans vacíos bajados desde Capital.

Conclusión: el futuro está en juego

Zárate está en una encrucijada. La separación electoral obliga a pensar en lo propio. La gestión local no tiene con qué sostenerse. El oficialismo no entusiasma. El peronismo no se ordena. Los libertarios están vacíos. El radicalismo está dividido. El pasado vuelve como amenaza.

Frente a este panorama, la ciudadanía tiene una oportunidad única de redefinir el rumbo. Pero para que eso ocurra, hace falta que aparezcan proyectos con consistencia, liderazgo con coraje y equipos con capacidad. No alcanza con caras conocidas ni con promesas de siempre. Hace falta construir desde abajo y para los de acá.

¿Quiénes lo construirán? ¿Cómo lo harán?

El tablero está abierto. Las reglas cambiaron. Y por primera vez en mucho tiempo, el futuro político de Zárate depende de Zárate.