Una y otra vez

Esto plantea una pregunta evidente: ¿Nadie se percató del error hasta que lo reclamamos? Si no hubiera error y se hubiera publicado, ¿por qué lo reclamaríamos? Si como dijo el Intendente nosotros lo criticamos por lo que publican… guiño guiño.

Más preocupante aún es la falta de un protocolo claro para responder a estos errores. La ausencia de mecanismos eficaces de control interno refleja no solo desorganización, sino también una falta de interés por corregir los problemas que afectan directamente a la administración municipal. Estas fallas sistémicas solo pueden abordarse con una gestión proactiva y transparente, algo que hasta ahora ha estado completamente ausente en los últimos gobiernos municipales.

Amiguismo y falta de capacidad en la Administración

El problema va más allá de los errores administrativos. En Zárate, los valores predominantes para ocupar cargos en la Administración Pública parecen ser amiguismo, obsecuencia y complicidad. Esto deja de lado atributos esenciales como capacidad, pericia y transparencia. La gestión parece estar más enfocada en proteger intereses personales que en trabajar por el bien común.

Este clima de amiguismo también desmotiva a los profesionales competentes, internos y externos, que podrían contribuir con su experiencia al desarrollo del municipio. Muchos prefieren alejarse de un sistema que premia la lealtad personal por encima de los logros y habilidades demostradas. Como resultado, las políticas públicas carecen de la solidez necesaria para resolver los problemas estructurales de la ciudad.

Consecuencias para la ciudadanía

El descontrol administrativo no es un problema aislado; tiene consecuencias tangibles para los vecinos. La inflación normativa y la falta de control generan incertidumbre, erosionan la confianza en las instituciones y dificultan la resolución de problemas cotidianos. Por ejemplo, un sistema de tránsito mal regulado no solo genera caos, sino también pone en riesgo la seguridad de la comunidad.

La falta de transparencia también limita las posibilidades de los ciudadanos para participar activamente en la vida política del municipio. Sin acceso a información clara y completa, resulta difícil exigir rendición de cuentas o proponer soluciones que atiendan a las verdaderas necesidades de la población.

La necesidad de un cambio cultural

Ante este panorama, surge la inevitable pregunta: ¿Cómo puede Zárate salir de este círculo vicioso? La respuesta radica en un cambio cultural en la gestión pública. Gubernamental y cívica. Es imprescindible priorizar la formación técnica, implementar sistemas de control internos y externos, y fomentar una participación ciudadana activa que exija rendición de cuentas.

El cambio también requiere liderazgos comprometidos que valoren la transparencia como un principio irrenunciable. Esto significa establecer mecanismos de auditoría constantes, promover la profesionalización del personal y garantizar que las decisiones se tomen en función del interés general, no de beneficios particulares.

Conclusión

Tal como lo mencionamos anteriormente, los responsables directos de estos errores son Irene Guehenneuf y Axel Cantlon, quienes siguen evitando rendir cuentas con la complicidad del Intendente y de toda la oposición, ¿oposición? Esta impunidad perpetúa el problema y debilita la confianza de los ciudadanos en el gobierno local. La pregunta sigue siendo la misma: ‘¿Por qué se siguen repitiendo los mismos errores con el beneplácito del Intendente?’.

Una y otra vez, los mismos patrones se repiten. ¿Será que no son errores y, en realidad, se trata de un accionar deliberado?

De cualquier forma Zárate no puede permitirse seguir inmersa en esta espiral de ineficiencia y falta de transparencia. Es momento de exigir cambios concretos y duraderos que restauren la confianza ciudadana y sienten las bases para una gestión municipal eficiente y orientada al bien común.