O cómo disfrazar la censura de embellecimiento turístico… en nombre del ‘progreso’
Hay frases que nunca pasan de moda. Esa que dice que ‘se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no a todos todo el tiempo’ es una de ellas. En Zárate, sin embargo, hay un tipo que se empeña en demostrar lo contrario, cada vez que abre la boca frente a una cámara. Marcelo Matzkin, el intendente que vino a vendernos transparencia con moño, pero que tapa murales con pintura blanca.
Y no estamos hablando en metáforas.
Una conferencia sin preguntas… ni periodistas
Lo que se vivió ayer no fue una conferencia de prensa. Fue más bien una especie de sketch donde el único libreto válido era el que ya tenía aprendido el Intendente.
Las preguntas eran previsibles, casi de utilería. Las respuestas, ensayadas. No había espacio para la duda, el contrapunto, el chisporroteo de una verdadera conversación con poder.
Era un acting.
De hecho, cuando le preguntaron sobre el festival del próximo finde en el Polideportivo, Matzkin hizo su show habitual: ‘Gracias por recordarme hablar del tema, que todos me lo habían pedido y yo me había olvidado…’
Ajá. Justo se había olvidado. Qué oportuno. Qué espontáneo. Qué… calculado.
Y las preguntas que realmente importan… bien, gracias
Ni una mención a la polémica pista de atletismo fantasma, adjudicada y contratada sin presupuesto. Apenas un centro para que el Intendente diera su versión. Nadie se animó a interrogar por las responsabilidades políticas y administrativas detrás de semejante desprolijidad millonaria.
Y ni hablar de cuestionar el silencio mudo de Marquine, o las ‘vacaciones ilegales’ de Rodríguez Schatz, presidente del Concejo, que se fue de viaje con firma prestada como si gobernar fuera un trámite que se puede derivar por WhatsApp.
¿Y el periodismo? Bien, gracias.
Fue una ronda de preguntas sin filo. Sin alma. Sin periodismo.
Hasta que alguien se animó: Martín Ocampo, periodista sin miedo
La cosa cambió cuando Martín Ocampo, que no había sido parte del show oficial, entrevistó al intendente sin libreto.
Y ahí, con preguntas simples pero incisivas, se volvió a poner sobre la mesa un tema que el oficialismo quería tapar (literalmente): el mural de la calle Comercio.
🎨 Un mural molesto, una brocha rápida, una excusa rebuscada
Durante la conferencia, Matzkin no explicó -porque no quiso o porque no pudo- quién fue el primer genio que mandó a tapar el mural.
Y asumió, con cierto aire de ‘me hago cargo pero no del todo’, que la segunda vez fue él quien lo ordenó.
La excusa fue, cuanto menos, creativa: ‘Vamos a hacer murales turísticos. Es una calle de paso para el mini turismo…’
La pregunta cae sola: ¿Por qué no dejar el mural hasta entonces?
La respuesta, por supuesto, nunca llegó. Y eso que se la sirvieron en bandeja.
La verdad es que no había murales planeados, ni proyecto, ni comité artístico. Todo eso apareció mágicamente después de que se pintó la palabra que nadie quería leer: GENOCIDIO.
Lo demás es maquillaje narrativo.
🧠 ¿El problema? No es el mural. Es la palabra.
Lo que realmente ‘choca’ al intendente no es el aerosol en la pared, ni el color, ni el trazo. Lo que le molesta es el contenido. La palabra.
Lo dijo sin pudor: ‘El mural es una expresión que no tiene nada que ver si yo estoy o no de acuerdo. Es una libertad de expresión. No estoy para nada de acuerdo con la expresión genocido… si lo que convocamos en la paz, eh, la palabra genocida a mí me choca.’
Y listo. Se acabó la poesía.
Ahí está el corazón del asunto. No era por el turismo, ni por la estética. Era por la incomodidad política. Por lo que dice el mural. Por lo que denuncia.
📜 ¿Qué es el genocidio, Matzkin? ¿Una opinión? ¿Un capricho del lenguaje?
La definición no la inventamos nosotros.Está en la Convención para la Prevención del Genocidio de 1948: ‘Cualquiera de los actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.’
Y mientras en Zárate se tapa un mural a brochazos, en La Haya se tramita una denuncia internacional contra Israel, presentada por Sudáfrica.
La Corte Internacional de Justicia ya ordenó medidas cautelares. El fiscal Karim Khan pidió arresto para Netanyahu y su Ministro de Defensa por crímenes de guerra.
¿Todo eso es exageración para Matzkin? ¿O simplemente prefiere no mirar para no tener que decir lo que piensa?
Matzkin es negacionista.
🚩 Espacio público: según quién pinta y qué dice
Hay algo que llama la atención: el intendente se pone firme cuando la pared dice ‘genocidio’, pero se vuelve flexible cuando la pared dice ‘CADU’.
En Villa Fox, los hinchas pintaron plazas, mástiles, veredas, cordones. Celeste por todos lados. ¿Y el municipio? Nada.
Hubo reuniones, mates, y se acordó por dónde se podía pintar.
Ahí no se habló de Ordenanzas ni de estética.
Ahí no ‘chocaba’ nada.
Pero cuando aparece una pared con una crítica política fuerte, con una palabra que duele -porque dice lo que otros callan- ahí sí se activa el operativo blanqueo.
💤 El Concejo Deliberante: un decorado mudo
Y mientras todo esto pasa, el Concejo sigue en su letargo habitual. Ni una declaración. Ni una nota de repudio. Ni un mísero tuit. Callados. Cómplices. Funcionando como lo que se han convertido: una escribanía silenciosa de la gestión.
Desde www.principedelmanicomio.ar ya lo dijimos: ‘Zárate tiene un poder Ejecutivo que hace lo que quiere… y un Legislativo que lo deja.’
Y este mural tapado no es la excepción. Es la regla.
🤝 ¿Qué pretende Matzkin? ¿Negociar la frase del mural?
¿Le molestó la palabra genocidio?
¿Prefiere que pongan ‘limpieza étnica’?
¿Le parece menos ‘chocante’ que se diga ‘ataque desmedido’?
Porque todo indica que si la palabra no incomoda, puede quedarse. Pero si incomoda al poder, la brocha sale disparada.
🗣️ Libertad de expresión: del dicho al hecho, hay una brocha de distancia
Si de verdad creyera en la libertad de expresión, Matzkin podría haber dicho: ‘No comparto el contenido del mural, pero respeto el derecho a expresarlo.’… y no taparlo, porque decir que se defiende un derecho pero cercenarlo, no es defenderlo.
Pero no.
Eligió el camino del silencio, del disfraz legalista y de la pintura celeste. Se hizo el garantista en abstracto y el censor en concreto.
Mejor nos quedamos con los versos de Sabina, que no se anda con vueltas:
Recuperar de nuevo
los nombres de las cosas
llamarle pan al pan
vino llamar al vino
sobaco al sobaco
miserable al destino
y al que mata llamarle
de una vez asesino.
Entonces llamemos negacionista a quien le ‘choca’ que se le llame genocidio al genocidio, c’est-à-dire el Intendente Marcelo Matzkin, genocidio a lo que Israel hace en Gaza, y asesino a Benjamin Netanyahu. Aunque al intendente le duela.
🧽 Final: el látex no alcanza
Podrán tapar el mural, una y mil veces.
Podrán inventar comisiones de embellecimiento, proyectos de murales turísticos y ordenanzas a medida.
Pero hay algo que no pueden hacer:borrar lo que ya vimos.
Y lo vimos todos: Un municipio que calla al que incomoda. Un Concejo que agacha la cabeza.
Un intendente que censura… y después se hace el olvidadizo.
Y aunque lo pinten de celeste, el manchón ya quedó.
El mural sí se manchó.
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror.’
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS

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