La decisión de la Justicia brasileña de excluir a Luíz Inácio ‘Lula’ Da Silva por haber sido condenado en segunda instancia replanteó el escenario de las elecciones presidenciales en el gigante del sur, puesto que su entonces candidato a vicepresidente y reemplazante, Fernando Haddad, no lograba retener todo el caudal de apoyos del que gozaba el ex presidente.
Esta situación abrió la posibilidad para el surgimiento de candidaturas alternativas que lograran captar la atención del electorado, y quien mejor provecho sacó de la situación fue el ex militar y diputado por séptimo período consecutivo y ocho partidos diferentes, Jair Bolsonaro.
El candidato presidencial del Partido Social Liberal forjó su popularidad sobre la base de declaraciones altisonantes que lograron calar hondo en un electorado que supo elegir a un humorista iletrado como diputado federal, que tras ejercer algunos años su función, decidió alejarse de la Cámara por la vergüenza que le provocaban sus pares.
Así pues, hoy en día es el candidato que según las encuestas tiene más posibilidades de triunfar en primera vuelta, de hecho su segundo nombre es Messias y para mucho es ‘el elegido’ para sacar Brasil adelante, aunque genera tal oposición que la mayoría de las fuerzas se unirían en una eventual segunda vuelta como alternativa ante su candidatura. Pero Bolsonaro no es solo eso, fundamentalmente es un xenófobo, misógino, homófobo, cómplice de genocidas, en síntesis, un ejemplo de lo que muchos no deseamos como referencia para un país.
Adicionalmente, a principios de mes Jair Bolsonaro fue apuñalado en un acto de campaña realizado en Juiz de Fora, en el Estado de Minas Gerais, lo que enrareció aún más la campaña electoral y le garantizó espacio en los medios de comunicación de manera inusitada, puesto que de hecho ya no participó de ningún otro acto proselitista. Muy hábilmente supo sacar provecho de la situación, transformarlo en un acto de campaña en sí mismo, y mantuvo su evolución médica publicada y publicitada a través de los medios de comunicación, donde al otro día de ser ingresado manifestó que ‘Yo me preparaba para un momento como este, porque uno corre riesgos’, remarcando su rol de víctima y de ser lo suficientemente fuerte como para sobreponerse a las vicisitudes. Estaban construyendo un líder, y así lo hizo saber su hijo Flávio, también legislador, quien en el mismo momento dedicó ‘Un mensaje para esos bandidos (…): acaban de elegir al nuevo presidente y será en la primera vuelta’.
Pero la construcción del candidato se había iniciado tiempo atrás. Ya en el momento del impeachment a Dilma Rousseff buscó posicionarse como el mejor y más opositor al Partido de los Trabajadores y afirmó que ‘Perdieron en 1964. Perdieron ahora, en 2016. (…) Contra el comunismo, (…) por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el pavor de Dilma Rousseff. Por las Fuerzas Armadas (…) ¡mi voto es sí!’. Este fue un escalón más de una escalera con la que pretende llegar al Planalto.
Frases como ‘Ella no merece (ser violada), porque ella es muy mala, porque ella es muy fea, no es de mi gusto, jamás la violaría. Yo no soy violador, pero si fuera, no la iba a violar porque no lo merece.’; ‘El hijo empieza a mostrarse amanerado, gay, cambia su comportamiento, ¿verdad?, ya oí de algunos aquí…, menos mal que me dieron unos chirlos de chico, mi padre me enseñó a ser hombre.’; ‘Fui con mis tres hijos, el otro fue también, fueron los cuatro. Son cinco hijos, pero la quinta vez me dio una debilidad. Fueron cuatro hombres, la quinta vez me descuidé y vino una mujer.’; ‘El error de la dictadura fue torturar y no matar.’; ‘No voy a combatir ni a discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle, les voy a pegar.’; ‘El 90% de los hijos adoptados (por matrimonios entre personas del mismo sexo) van a ser homosexuales y se van a prostituir, con seguridad.’; ‘No es una cuestión de colocar cuotas de mujeres porque sí. Tenemos que colocar gente capacitada. Si colocan mujeres porque sí, voy a tener que contratar negros también.’, caracterizan su ideario de extrema derecha que, hoy por hoy, cuenta con la mayor cantidad de voluntades según todas las encuestas.
Sin embargo no todo está perdido, porque para poder ser electo como Presidente del Brasil es necesario contar con el 50% más uno de los votos, y Bolsonaro no llegaría a esa cifra en primera vuelta, por lo cual se hace ineludible la celebración de un ballotage, pese a que busque azuzar viejos temores al afirmar que ‘Yo no hablo por los comandantes (del Ejército), los respeto. Yo, por lo que veo en las calles, no acepto un resultado de las elecciones diferente de mi elección.’, dando a entender que un movimiento militar podría hacer a un lado las elecciones si el triunfo no es de la extrema derecha.
Pero como en una suerte de equilibrio constante, siguiendo aquellos versos de Serrat que decían que ‘todo infortunio esconde alguna ventaja’, esta situación política dio lugar al surgimiento de un movimiento ciudadano que se opone a tener a un Presidente como Bolsonaro y busca potenciar una alternativa que garantice que las libertades individuales no estarán en peligro en el Brasil que viene. Este grupo dio en llamarse #EleNão.
Este colectivo, conformado mayoritariamente por mujeres, busca sacar provecho de una realidad objetiva. Nunca antes un candidato a la presidencia del Brasil tuvo tanta diferencia entre los apoyos que concita entre los hombres y las mujeres. Mientras los hombres apoyan a Bolsonaro, las mujeres, mayoritariamente, lo rechazan.
Como en un nuevo giro de la historia, la izquierda latinoamericana vive una situación similar a la de 45 años atrás cuando en la costa del otro océano que baña el sur de América, Allende apelaba a que las mujeres convencieran a sus hijos y maridos que lo apoyaran para poder llegar a la presidencia. Hoy Brasil vive algo similar. Pero no solo eso, las encuestas auguran una segunda vuelta entre Bolsonaro y Haddad, y ambos candidatos tienen altos indicadores de rechazo, el primero por lo que ya explicamos en estas líneas y el segundo por ser el heredero de Lula y la corrupción del PT.
Una grieta se abre en Brasil.
Mientras las encuestas auguran que los únicos candidato que garantiza la derrota de Bolsonaro en segunda vuelta son el laborista Ciro Gomes y Geraldo Alckmin, que se ubican tercero y cuarto en los sondeos. Los mismos estudios ubican a estos contendientes a diez y once puntos porcentuales de Fernando Haddad, que se ubica segundo en los sondeos, y las previsiones plantean un eventual ballotage entre quienes marchan al frente de las preferencias, y en ese escenario se prevé un triunfo de Bolsonaro por 2 puntos porcentuales.
¿Cómo se cerrará la grieta entonces?
La llave de la solución parece estar en mano de las mujeres, quienes el pasado 29 de septiembre llenaron las plazas de las principales ciudades de Brasil para gritar bien fuerte que #EleNão, #BolsonaroNão, #EleNunca.
El próximo 7 de octubre Brasil votará, pero elegirá mucho más que un Presidente. Quienes acudan a las urnas deberán decidir si el fascismo llega al Planalto a través de las urnas. Las mujeres, que son más de la mitad del electorado, pueden poner dique al fascismo. Los hombres parecen no están a la altura de las circunstancias, las mujeres pueden dar el ejemplo y decir, una vez más en la historia, #NoPasarán.
Publicado en Diario 16, Madrid.
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