La situación que vive la ciudad de Rosario, asolada desde años por el narcotráfico y, en los últimos días, por una ola de violencia que tuvo su punto cúlmine en el asesinato de un playero de una estación de servicio, dejaron un mensaje mafioso para atemorizar a la ciudadanía poniendo en claro que a cualquiera le puede pasar, esto sacudió crudamente a una dirigencia política que aparece como muy alejada de los problemas cotidianos que enfrentan los argentinos.
Todo se precipitó cuando el gobierno santafesino, ‘a lo Bukele’, dio difusión a una requisa sorpresa realizada contra los principales narcos presos.
La respuesta fue contundente, muertes y amenazas.
Ante esto, todos los responsables de los entes subnacionales de primer orden cerraron filas para apoyar a su par de Santa Fe, y para auto protegerse porque saben que lo que hoy ocurre en Rosario puede ocurrir en otro sitio, fundamentalmente en la zona norte la provincia de Buenos Aires.
Según Juan Belikow, la situación se focaliza en Rosario porque ‘Rosario era una ciudad industrial poderosa, que generaba mucho empleo. En la década del ’90 esas industrias se fueron desactivando y se cortaron las oportunidades de empleo para varias generaciones de jóvenes. Se generó un vacío y una gran masa disponible de personas que se pauperizó. Al mismo tiempo, el negocio narco avanzó en la región. Rosario tiene una característica particular: confluyen rutas terrestres que vienen de Brasil, de Bolivia, de Paraguay. Está la Hidrovía. Está cerca de Buenos Aires, que es el gran mercado del consumo de droga.’ A priori la única diferencia con Zárate, ubicada en el norte bonaerense, es la capacidad de contención industrial. Por ahora es una barrera, ¿alcanzará? Cuesta afirmarlo.
¿Cuál fue la respuesta gubernamental? Tildar el accionar mafioso como terrorista, quizás porque tiempo atrás el propio Presidente afirmara públicamente que él prefiere la mafia al Estado.
Los gobernadores fueron la senda contraria afirmando ‘La gravedad y complejidad de lo que sucede requiere decisiones a la altura de lo que está en juego, que es la disputa por parte de nuestra soberanía: deciden el Estado y la sociedad o deciden las mafias’.
Poco a poco comienza a ganar terreno catalogar la situación como terrorismo urbano, argumentando en que se busca generar terror y dando pie a algo que la derecha argentina viene añorando desde hace tiempo, y que tras la restauración democrática de 1983 era un tabú, el involucramiento de la Fuerzas Armadas en cuestiones internas, algo prohibido por ley salvo algunas pocas excepciones, como el estado de sitio, medida que el propio Presidente descartó.
Sin embargo Milei reconoció que ‘estamos evaluando enviar una nueva ley de seguridad interior que les permita a las Fuerzas Armadas que puedan tomar algunas acciones adicionales’, y rápidamente el gobernador Pullaro, que es quien sufre en carne propia la situación de Rosario dio su visto bueno, al igual que el gobernador de la vecina Córdoba.
Afirmó el gobernador radical Pullaro ‘Estamos viviendo hechos terroristas que tienen el claro objetivo de infundir terror, por lo tanto hay que ser prácticos y facilitar que vengan las Fuerzas Armadas a darles paz a los rosarinos’.
Todos van alineándose tras esta idea, ¿qué hará Axel Kicillof, gobernador de la Provincia de Buenos Aires?
La llegada de Javier Milei a la Presidencia de la República significó un cambio de paradigma, muchas difíciles de digerir incluso para sus votantes, en múltiples ámbitos, ¿lo será también en lo referido a seguridad interior y fuerzas armadas?
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información’.
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS