Ayer en horas del mediodía Horacio Rodríguez Larreta hizo de la debilidad virtud y anunció públicamente que se desdoblarán las próximas elecciones y los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires tendrán por un lado las elecciones nacionales y, por el otro, las elecciones distritales.
La principal razón de esta decisión es su incapacidad de definirse por uno u otro candidato a la Jefatura de Gobierno local tras su acuerdo con el Radicalismo porteño. Si las candidaturas se definían en una misma elección se debían negociar acuerdos para adosar boletas locales a las nacionales, y en ese contexto su acuerdo corría riesgo, ya que podría darse el caso que Martín Lousteau no pudiera sumar su candidatura a la candidatura presidencial de Patricia Bullrich y, en consecuencia, correr en desventaja frente a Jorge Macri. Este pensamiento va en línea con la creencia popular que las elecciones nacionales ‘arrastran’ las candidaturas locales, realidad que ciertamente se repite con mayor asiduidad que lo contrario.
En general el arrastre se da de izquierda a derecha de la boleta electoral, y eso es lo que Rodríguez Larreta quiere evitar a fin de dejar a salvo su acuerdo.
La realidad es que lo decidido por el Jefe de Gobierno porteño es el ideal democrático, aislando cada elección independientemente a fin de evitar cualquier tipo de arrastre y garantizando igualdad de condiciones a todos quienes se presenten como candidatos locales, evitando que un mismo candidato aparezca con más de un candidato nacional. El espíritu de lo realizado va en el mismo sentido de la reforma electoral que se hizo en la Provincia de Buenos Aires durante el gobierno de María Eugenia Vidal, que prohibió las listas espejo. Aunque en este caso Vidal fue crítica con la decisión adoptada por Rodríguez Larreta.
Lo cierto es que no hay un convencimiento tras la decisión sino una conveniencia, evitar las listas compartidas o, peor aún, dejar a Martín Lousteau tan solo con la candidatura de Gerardo Morales, hasta hoy el único radical que hizo público su lanzamiento presidencial, o directamente sin acompañamiento nacional.
¿Fue original Rodríguez Larreta? No, en absoluto. De hecho en las elecciones presidenciales de 1983 se votó con 3 boletas diferenciadas por color de acuerdo al bloque de candidaturas que involucraba, en el caso de la entonces Capital Federal, fueron dos bloques. Uno para los cargos nacionales, otro para los provinciales y un tercero para los locales, permitiendo casos como el de Zárate en el que una tercera fuerza, por fuera del bipartidismo imperante entonces, se alzara con el triunfo local. Este tipo de elecciones posibilita la mejor performance de aquellas fuerzas que no compiten a nivel nacional, por ello es fomentada por los partidos localistas y vecinalistas y rechazada por los grandes partidos nacionales, que procuran que el ‘arrastre’ les permita alzarse con puestos públicos en los diferentes niveles gubernamentales, todo en nombre de un supuesto proyecto nacional que los engloba, cuando la realidad expone que no son más que verdaderas uniones transitorias electorales.
La clave, en realidad, es que se fomentan las listas sábanas porque es la forma de garantizar que las candidaturas nacionales tenga mayor afluencia de votos indirectos puesto que los ciudadanos no tienen la cultura política de cortar boleta, de hecho mayoritariamente tampoco la tienen de conocer las plataformas electorales en disputa, y el ir ‘suelto’ conspira con las posibilidades electorales. Esa era la realidad de Lousteau y el radicalismo, porque la mayoría de los ciudadanos cree que la mayor cantidad de problemas se solucionan desde el ámbito nacional y no del local, cuando la realidad es totalmente a la inversa, por lo que se encontraba en desigualdad de posibilidades, y Rodríguez Larreta corrigió esa realidad. ¿Existen las plataformas electorales o son meras ideas generales eleccionarias?
De hecho, son muchas las provincias que han decidido desdoblar sus comicios de los nacionales para evitar la ‘nacionalización’ de la elección a gobernador y en consecuencia también se desdoblan las PASO. Ese es el camino que eligió Rodríguez Larreta aunque con una particularidad, desdobla las elecciones pero las convoca para el mismo día en que se realizarán los comicios nacionales. Algo que no debería llamar la atención en un Estado federal.
Pero en la coyuntura política actual, donde los partidos políticos son meras herramientas electorales que ni siquiera con disciplinadoras del funcionamiento de sus representantes, y el propio Lousteau es un ejemplo de ello ya que si bien él es vicepresidente de la Unión Cívica Radical, los diputados nacionales de su sector no integran el bloque de diputados nacionales radicales, el accionar de Rodríguez Larreta es rupturista. Por necesidad propia, es cierto, pero quizás pueda ser el comienzo de una nueva forma de construcción democrática, algo por cierto difícil de imaginar al ver las primeras reacciones de la superestructura y sus representantes.
En definitiva, como decíamos al inicio, el accionar de Rodríguez Larreta buscó hacer virtud de la debilidad y las primeras reacciones exhiben que puede haberse constituido en un paso en falso en pos de su proyecto presidencial personal, pero sin dudas es un paso adelante en el proceso de construcción democrática puesto que cada elector tendrá mucha más independencia a la hora de elegir y no quedará preso de negociaciones de cúpulas en exclusivos beneficios personales. Y eso, siempre es bienvenido.
Es la hora de Horacio, ¿Será también su cuenta regresiva?
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información’.
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS