Zárate tuvo a lo largo de la historia numerosas antinomias, o grietas como está de moda decirlo ahora, desde las políticas entre conservadores y radicales que hacían que cambiara el nombre del Municipio de acuerdo a quién contaba con más apoyo electoral, pasando de llamarse Zárate a José Félix Uriburu y volver a ser Zárate, a rivalidades escolares, entre la Escuela 1 y la Escuela 10, o basquetbolísticas entre Independiente o Náutico, o barriales, entre el centro y los barrios, y hoy suma una grieta más, una fuerte antinomia que divide de una nueva manera al Distrito y quizás, de las más notorias y acentuadas de los últimos tiempos, la que se generó en torno a los vecinos imputados por el crimen de Fernando Báez Sosa y, en especial, con relación a quienes fueron liberados a comienzos de la semana.
Ya desde la propia sustanciación de la causa hubo quienes aseveraban la inocencia de algunos de los imputados y así se enarbolaba en las redes sociales pidiendo justicia por sus defendidos, puesto que entendían que no tenían responsabilidad en el crimen, al otro lado de la grieta estaban quienes entendían que todos tenían la misma responsabilidad y que por ende todos eran culpables y debían estar detenidos y recibir una condena ejemplar. Lo curioso es que, en su enorme mayoría, las posiciones se basaban en prejuicios, sin conocer de primera mano lo que investigaba la Fiscal del caso. En una suerte de Hablemos sin saber zarateño, todos emitían juicio sin mayor fundamento que una creencia o un comentario, y lo sostenían pese a la realidad del momento. A un lado quienes creían en la inocencia pese a su detención y al otro quienes estaban convencidos de su culpabilidad y por eso su detención, pero todo cambió con la elevación de la instrucción al Juez de Dolores, puesto que las posiciones se invirtieron.
Ante la nueva realidad se reconfiguraron los bandos, los que creían en la inocencia de los imputados liberados explicaban que la Justicia les había dado la razón y que se demostró su inocencia, aunque eso no fue lo que dijo la Justicia puesto que aún siguen ligados a la causa, y al otro quienes creían en su culpabilidad descreen del accionar de la justicia y argumentan que el dinero compró su libertad. Una vez más, mayoritariamente y sin tener conocimiento de las investigaciones judiciales sino tan solo a partir de lo que los medios publican, logrando que la opinión publicada se convierta en opinión pública.
Y entonces se llenan de opiniones y publicaciones las redes, que se convierten en el nuevo coliseo romano donde se imparte justicia, con posturas de apoyo y rechazo a la medida adoptada por la justicia, pero sin conocer el por qué la justicia tomó dicha decisión, porque no se espera que la impartición de justicia sino que quien deben hacerlo validen lo que uno piensa.
La sociedad se enfrenta entonces al desafío de aceptar las resoluciones judiciales, porque solo de esa manera se puede seguir viviendo en comunidad. De nada sirve llamar a hacer justicia por mano propia, tampoco contribuye a la paz social sostener posiciones sin mayores argumentos.
Los imputados que a pedido de la fiscal Verónica Zamboni fueron liberados, no fueron desvinculados del proceso y la justicia aun no se ha expedido sobre su responsabilidad ante los hechos de los que se los acusa, puesto que solo varió la convicción de la fiscal ‘en cuanto a la participación de éstos dos imputados en el homicidio’ y en consecuencia plantea su liberación ya que ‘toda duda en el proceso debe ser valorada a favor de los imputados, conforme las garantías constitucionales que deben respetarse en el proceso’.
Esta realidad no los hace inocentes, pero tampoco los hacía culpables la detención que sufrían, dado que todos somos inocentes hasta tanto se demuestre lo contrario.
Y por si fuera poco, el hallazgo de un nuevo joven que se movía aquella noche junto al grupo de imputados, a quien los medios han dado en llamar el ‘rugbier número 11’, desató una verdadera caza de brujas para ponerle nombre y apellido al nuevo integrante del grupo. Esa es tarea de la justicia, no de los Maxwell Smart de cabotaje que lo que hacen es señalar a una persona sin saber si tiene algún grado de relación con quién se busca. Y entonces las redes sociales se llenan de imágenes de un joven, se envían mensajes a los medios resaltando lo que aparece en las redes, y entonces los medios, deseosos de tener la última novedad presentan verdades incomprobables como hechos concretos sin la mínima responsabilidad de sus actos y la audiencia, como lo ve en los medios, lo da por cierto. Así se cierra el círculo y se inicia una nueva etapa, a partir de ver la noticia en los medios y volcarla en las redes sociales, y la rueda vuelve a girar.
Si queremos construir una mejor sociedad es preciso respetar las reglas del juego, y si no las compartimos, luchar por su cambio, pero esto no se logrará desde los medios de comunicación ni con campañas virales en las redes sociales.
Nadie es culpable o inocente por un posteo en una red social, eso solo lo dictamina la justicia, y la justicia aún no se expidió. No contribuyamos a generar grietas donde no las debe haber. Todos debemos respetar la justicia, y es ella, y solo ella, quien atribuirá responsabilidades por el asesinato de Fernando Báez Sosa.