Los grandes avances tecnológicos vividos en las últimas décadas trajeron, por ejemplo, saltos cuanti y cualitativos de calidad en las telecomunicaciones. Esto posibilitó, entre otras cosas, que uno pueda interrelacionarse de una manera mucho más fluida con su entorno y que pueda acceder a comunicaciones que tiempo atrás eran impensadas o demandaban un tiempo y un costo enorme.
Algo de esto vivimos hace unos años cuando cumplimos un cuarto de siglo como egresados del colegio secundario y a través de las nuevas herramientas de comunicación logramos recuperar el contacto entre muchos de quienes compartimos parte de nuestra adolescencia tras un pupitre, pero ya no desde nuestra visión de jóvenes sino desde la de hombres y mujeres que, habiendo transcurrido probablemente casi la mitad de nuestras vidas, tenemos a partir de nuestras experiencias personales la posibilidad de interactuar de otra manera. Quizás el principal cambio que vivimos casi todos es el haber sido padres, lo que trae aparejado preocuparnos por el futuro de nuestros hijos y de la sociedad que estamos construyendo antes de pasarles la posta. En este contexto las conversaciones sobre política surgen casi de manera espontánea, aunque haya quienes quieran mantener solo en común la experiencia de la adolescencia y no comprendan que aunque no se quiera, política hacemos todos al caminar, como dice el Raly, porque incluso el no querer hacer política es una posición política.
Y resultan interesantes estos intercambios porque habiendo partido de raíces similares, la vida nos fue llevando por diversos caminos, y la diversidad de experiencias nos nutre día a día.
Así tiempo atrás, en uno de estos grupos en los cuales nos sentimos más próximos pese a la distancia, uno de los compañeros, Ariel, hizo un planteo que me hizo pensar y reflexionar y quiero que sea uno de los disparadores de esta columna. Comentaba el sueldo que percibe un concejal en Zárate hoy, y el trabajo municipal que realizan a cambio de ese salario. Este comentario, realizado al pasar y con innegable indignación, generó una serie de ideas que quisiera compartir.
Para comenzar hay que plantear que, como dijéramos tiempo atrás, no creo que el ser concejal sea un trabajo en sentido estricto, sino que, en cambio, estoy convencido que es parte de un servicio que uno presta a la comunidad y por el cual debe percibir un salario, y debe ser un cuantioso salario. Si un concejal recibiera menos dinero que el que recibe por su trabajo previo a ser concejal, lo más probable es que no quiera serlo, por lo que en mi opinión el salario que prevé la Ley Orgánica de Municipalidades, que es la norma que lo rige, debe ser lo suficientemente importante para que la representación pública no quede solo en manos de quienes tienen dinero y no requieren del sueldo para vivir o que deban dedicar parte de su tiempo a un trabajo que les garantice los ingresos de subsistencia, para luego sí, dedicarse a ser concejal, algo que era común en el pasado. Pero entonces surge el planteo, y así lo hablábamos con Ariel, sobre si corresponde o no que cobren ese dinero. Y mi comentario era que si los concejales son concejales cumpliendo con las normas y la Constitución Provincial, el sueldo no es excesivo, puesto que el concejal según mi convicción debe dedicarse a serlo las 24 horas del día (y de la noche también, diría Herminio Iglesias), y trasladarse por el Municipio, y viajar a reuniones en La Plata y Buenos Aires, porque ser concejal no es solo ir a las sesiones, ni siquiera lo es ir a las sesiones y las reuniones de comisión solamente, ser concejal es representar a los vecinos, y para poder hacerlo bien hay que estar conversando con ellos a diario, acudiendo a ellos, acompañándolos en sus problemas, no detrás de un escritorio ‘atendiéndolos’ o saliendo a tocar timbre una vez al mes. El trabajo eprevio en las comisiones es fundamental y clave en la función de control y generar propuestas para mejorar la calidad de los vecinos.
Le decía entonces a Ariel, que la cuestión no era el monto, sino que como yo creía que los concejales no desarrollan en su mayoría el trabajo de concejal, el dinero que perciben mes a mes es mucho. Lo sintetizaba en una frase, para quien no hace nada $ 50 es mucho, y para quien hace lo que debe hacer $ 50.000 es poco, porque no es una cuestión de precio sino de valor, de lo que el concejal entrega a cambio del dinero que percibe a fin de cada mes.
Habiendo hablado esto, la charla derivó necesariamente en los casos de Marcelo Matzkin y Julián Guelvenzú, que renunciaron a sus dietas como concejales y siguieron teniendo una responsabilidad política por fuera de su representación política. En el primer caso, la cuestión ya nos la planteábamos en diciembre de 2017 cuando Matzkin decidió renunciar a su dieta como concejal por seguir cobrando, y trabajando, como jefe de la delegación local de la ANSES, sin embargo esa coexistencia duró poco y en marzo de 2018 días antes del comienzo del período ordinario de sesiones renunció a su puesto en la ANSES.
El caso de Guelvenzú es más curioso, porque habiendo sido elegido para ser concejal del Municipio de Zárate a partir de diciembre de 2017, no dejó de ser Director de Nucleoléctrica Argentina SA (NASA), cargo para el que había sido designado por la Asamblea de Accionistas en marzo del mismo año.
Al igual que Matzkin, renunció oportunamente a su dieta de concejal, aunque mientras el primero exhibió públicamente su nota de renuncia dirigida al Presidente del Concejo Deliberante la de Guelvenzú aún no salió a la luz, lo cual arroja cierta turbidez en el accionar, como también es turbio el actuar del concejal Guelvenzú como Director de NASA.
Lo que no es turbio es el acceso a la información posibilitado por el avance tecnológico del que hablamos al inicio de esta columna, y por la implementación de la ley de acceso a la información pública, que posibilita que cualquier ciudadano pueda dirigirse a la Agencia de Acceso a la Información Pública (https://www.argentina.gob.ar/aaip) y solicitar la información que desee, que como se indica en la página, es ‘todo tipo de información, en cualquier formato (texto, imagen, etc.) en poder del Estado o generado, obtenido o financiado con fondos públicos’, así que le propuse a Ariel averiguar para poder hablar con datos concretos y sin aventurar cuestiones que no tienen anclaje en la realidad.
Consultamos a NASA y la respuesta oficial es la siguiente. Julián Guelvenzú fue nombrado en marzo de 2017 como Director de Nucleoléctrica Argentina SA y pasó a revestir con rango de Subsecretario de Estado. Cuando él en diciembre del mismo año asumió como concejal y renunció a su dieta eligió cobrar, a montos de hoy, la suma de $ 163.522,11 en lugar de los $ 55.192,23,que resultan del ‘equivalente de hasta cuatro meses y medio de sueldo mínimo fijado por el Presupuesto de Gastos’ que prevé la Ley Orgánica de Municipalidades y que según la Ordenanza Complementaria del Presupuesto Municipal del Partido de Zárate para el ejercicio 2018 se fijó el sueldo mensual mínimo municipal en $ 12.264,94.
Cobran actualidad entonces las mismas dudas que nos hacíamos respecto a Matzkin, y lamentablemente también, las mismas aseveraciones de que ‘son pocos los ediles locales que, según nuestra vara de medición, brindan a la tarea de concejal el tiempo, esfuerzo y dedicación que la tarea demanda, y en su mayoría se consagran mucho menos de lo deseado, mucho menos de lo necesario.’
Pero en este caso se suman otras dudas. Considerando el puesto que hoy ocupa Julián Guelvenzú en NASA, y al que no llegó ni por oposición de antecedentes ni por elección popular, ¿está capacitado para ser Director de una empresa ‘operadora de centrales nucleares, comprometida en la generación de energía eléctrica en forma segura, limpia, eficiente y competitiva, estableciendo la cultura de la seguridad y la transparencia como valores centrales de la organización´? Sabemos que de transparencia no sabe mucho, porque si bien están disponibles los sueldos de quienes están bajo un convenio colectivo de trabajo, su salario no se publica en la página web de la empresa como debería. Tampoco lo sabe porque no está disponible su CV, con lo cual desconocemos si está capacitado y quizás nos llevemos una sorpresa, aunque parece estar más capacitado como abogado o socio de una empresa de transporte que en energía nuclear.
No queda claro cuánto tiempo dedica a ser director de NASA y cuanto a ser concejal, por lo que tampoco cumple con el objetivo declarado de la empresa de ‘buscar el beneficio de la sociedad argentina’, puesto que si no desarrolla la actividad para la que lo eligió la sociedad zarateña, mal puede aspirar a más. Según la página web de NASA, la empresa está en Villa Martelli, en tal caso y asumiendo que el viajar de Zárate a la empresa le implica al menos 2 horas, ¿cuánto tiempo dedica a cada labor?
Hoy en día, y ante el evidente posicionamiento mediático de su precandidatura a Intendente Municipal, cabe realizarse una serie de preguntas.
¿Seguirá siendo Director de NASA en caso de ser elegido Intendente?
Si efectivamente es así, ¿A qué salario renunciará? y ¿Cuánto tiempo dedicará a cada tarea?
Si renuncia a ser Director de NASA, ¿por qué no lo hizo mientras fue concejal?
Si renuncia al sueldo de Intendente, ¿por qué se quedaría con el sueldo de subsecretario de Estado?
Si no renuncia al sueldo de Intendente, ¿era todo una cuestión monetaria de quedarse con el sueldo más alto?
No era cierto como se decía en los bares que Guelvenzú cobraba $ 450.000 mensuales ni, como se publicó en Facebook que su sueldo era de $ 300.000, su salario es de $ 163.522,11 por mes. En mi opinión, demasiado dinero.
Publicado en El Debate, Zárate.
http://www.eldebate.com.ar/dato-mata-relato/
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