Tiempo atrás, en ‘Dato mata relato’, nos preguntábamos que ‘considerando el puesto que hoy ocupa Julián Guelvenzú en NASA, y al que no llegó ni por oposición de antecedentes ni por elección popular, ¿está capacitado para ser Director de una empresa ‘operadora de centrales nucleares, comprometida en la generación de energía eléctrica en forma segura, limpia, eficiente y competitiva, estableciendo la cultura de la seguridad y la transparencia como valores centrales de la organización´? Sabemos que de transparencia no sabe mucho, porque si bien están disponibles los sueldos de quienes están bajo un convenio colectivo de trabajo, su salario no se publica en la página web de la empresa como debería. Tampoco lo sabe porque no está disponible su CV, con lo cual desconocemos si está capacitado y quizás nos llevemos una sorpresa, aunque parece estar más capacitado como abogado o socio de una empresa de transporte que en energía nuclear’.
Pasó el tiempo y a finales del mes pasado, en ocasión de la celebración de la Asamblea de Accionistas de Nucleoeléctrica Argentina, la empresa difundió una gacetilla de prensa en la que, entre otras cosas hace un breve resumen del currículum de cada uno de los cinco miembros del nuevo Directorio de la Empresa.
Y si alguien tenía dudas, ahora queda más que claro. Julián Guelvenzú no tiene, en energía nuclear, más antecedentes que haber sido nombrado miembro del directorio de NA-SA en 2017 sin tener antecedente alguno en energía nuclear.
Cuesta imaginarse una reunión de directorio en la que se sientan alrededor de la mesa Julián Gadano, quien fue miembro del Directorio de la Autoridad Regulatoria Nuclear y trabaja en la actividad nuclear argentina desde hace más de 10 años, quien además es Presidente del IFNEC (International Framework for Nuclear Energy Cooperation); Carlos Alberto Podestá, que es Ingeniero Químico de la Universidad Tecnológica Nacional con más de 40 años de experiencia como profesional; Marcelo Salvatore, quien es Ingeniero Nuclear del Instituto Balseiro con 29 años de experiencia profesional en el campo nuclear; Osvaldo Calzetta Larrieu, que es Licenciado en Ciencias Físicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica y está a cargo del proyecto CAREM; y Julián Guelvenzú.
Según el CV publicado por la propia Nucleoléctrica Argentina S.A., ‘Julián Guelvenzú: Abogado. Profesional del área Civil y Comercial con experiencia en la constitución, formación y puesta en marcha de empresas. Conductor de equipos de trabajo. Creador de la fundación “Sumar futuro”. Es miembro del directorio de Nucleoeléctrica Argentina S.A. desde el año 2017’, es decir que de energía nuclear no tiene ningún conocimiento apto para figurar en su CV. Pero además, cuesta creer que haya adquirido conocimiento en estos dos años, puesto que simultáneamente ejerció como concejal de Zárate, y guiándonos por su participación en twitter, mucho tiempo lo dedica a la concejalía.
Imaginarse esta realidad da vergüenza ajena, ¿a Guelvenzú le dará vergüenza o, como el chavo del 8, se la aguanta?
Para hablar sin eufemismos, es claro y evidente que Guelvenzú es Director de Na-Sa porque está ‘cobrando una deuda previa’, que sería oportuno conocer. ¿Será el ser parte del macrismo desde tiempo atrás? ¿Será el haber abandonado al Intendente peronista Martín Insaurralde y convertirse de kirchnerista en macrista? ¿Será otra cosa? Evidentemente en esta área no llegó el cambio pregonado, porque poner gente a dedo sin capacidad demostrada para el puesto, es una cultura heredada que se debería erradicar. Cierto es que a algunos puestos de confianza política se llega a dedo, cualquier funcionario que no sea electo o de carrera es puesto a dedo, pero se requiere tener un conocimiento mínimo en la materia en la que se va a trabajar. Y se requiere de algo fundamental, se requiere de ética. Como dice Fernando Savater en Ética para Amador, ‘a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética’. Pero ese arte de vivir, que no es el de Ravi Shankar, no es el de sacar provecho personal, y mucho menos si ese provecho es económico, sino el de la ciudadanía. Por eso, volviendo a Savater, ‘La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; el objetivo de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le conviene’, y para eso hay que saber.
Aunque según cuenta su propio empleador, Julián Guelvenzú de energía nuclear no sabe nada, pero como dice el dicho urbano, ‘el que sabe, sabe, y el que no, es Jefe’… o Director.