Coautoras Julieta Romagnoli y María Emilia Romagnoli.
El reciente proceso de impeachment a la Presidente brasileña Dilma Rousseff, no sólo cuestiona la realidad política de Brasil sino que pone sobre el tapete el sistema de gobierno y el tipo de democracia de los países sudamericanos.
Brasil, como la mayoría de los restantes países de América del Sur, tiene al frente de su Poder Ejecutivo una coalición de partidos políticos amplia y, como adversaria, otra amplia coalición, aunque sin la misma cohesión que la gubernamental.
Las políticas llevadas adelante generaron una fractura política clara entre quienes las apoyan y quienes las rechazan, y cuando los caminos electorales son esquivos, se comienzan a transitar otras rutas, legales, pero sumamente cuestionables en términos de legitimidad. Este tipo de coyunturas hacen que las coaliciones se hagan más compactas y, como el caso de Brasil, que incluso haya cambios de coalición en función del oportunismo político del momento.
En primer lugar, el pretender obtener a través de carriles parlamentarios lo que no se obtuvo en ámbitos electorales es cuestionable en tanto se pretende atribuir el Parlamento un rol de mayor importancia que el que tiene en sistemas presidencialistas como los de nuestros países. Mayorías parlamentarias circunstanciales pretenden acorralar al Ejecutivo, y lo hacen desde un lugar de extrema fragilidad de legitimidad, pero de incuestionable legalidad. Quizás el caso del ex Presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, es el ejemplo más claro de esto, puesto que por las acusaciones en su contra, fue suspendido en su cargo poco después de la aprobación del inicio de proceso de impeachment a Rousseff.
En segundo lugar, y a partir de lo que antes mencionamos, es dable analizar hasta qué punto la democracia representativa es una herramienta que ofrece soluciones a estas situaciones coyunturales. ¿Legisladores cuestionados ética y judicialmente son las personas adecuadas para afrontar decisiones de semejante complejidad? ¿No sería más oportuno pensar en alternativas de democracia directa?
Con la opinión que se pueda tener sobre su persona, sus ideas y su gobierno, Hugo Chávez fue el único Presidente sudamericano que se sometió a un referéndum revocatorio de su mandato para que la ciudadanía venezolana opinara sobre si quería que siguiera siendo el primer mandatario del país caribeño o no.
¿No es momento de tomar el ejemplo chavista de democracia directa respecto a la revocatoria de mandato en el resto de los países de la región? Creemos que sí. Como dijera Dilma Rousseff, el mayor juez político es la ciudadanía, pero para ello, se deben acompañar de acciones que así lo comprueben y no con jugadas políticas como la designación de Luiz Inácio Da Silva como Jefe de la Casa Civil, que no hacen más que someter todo y a todos bajo las mismas sospechas. Como dice el tango, en un mismo lodo, todos manoseaos.
Es necesario salir de ese lodo, y para eso, es preciso que todos asumamos responsabilidades. No deben ser nuestros representantes quienes asuman ese rol porque ya no nos representan. Por ello es preciso que seamos chavistas y promovamos métodos de participación directa de la ciudadanía en torno a temáticas de la complejidad del tema analizado.
Publicado en La Reforma, General Pico.
www.diariolareforma.com.ar/2013/seamos-chavistas/
1 comentario
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