💧 La modernidad líquida nos encontró en bolas
El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman introdujo la noción de modernidad líquida, en la que plantea que la sociedad actual se caracteriza por un estado fluido y volátil, sin valores sólidos, en el que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios debilitó los vínculos humanos. Relaciones que antes se caracterizaban por nexos potentes se convirtieron en lazos provisionales y precarios, descartables como vaso de plástico en fiesta de pueblo.
En política, y en tiempo electoral, esta idea de Bauman es aún más acentuada, dando lugar a una verdadera orgía política en la que vale todo. Y cuando decimos todo, es TODO con mayúsculas y negritas.
🎭 El aquelarre donde todos terminan en la misma cama
Porque es así, hay una orgía en marcha. Un gran aquelarre de las convicciones donde los cuerpos ideológicos se mezclan, se confunden, se prestan y se traicionan sin pudor alguno. Nadie sabe muy bien quién es quién en esta confusa maraña de cuerpos sudados, pero todos se reconocen en el mismo jadeo: el del poder. Ese afrodisíaco que todo lo justifica y todo lo permite.
Hay quienes creen que ya no hay derechas ni izquierdas, ni progres ni conservadores. Y tienen razón. Hay solo una multitud de cuerpos políticos intercambiando lugares, gestos y consignas según la posición del día, según quién les garantice un lugarcito tibio en la foto. El espectáculo es tan completo, tan descarado, tan obsceno, que ya ni el cinismo alcanza para describirlo: es puro goce del intercambio, pura lubricación ideológica donde todo resbala y nada se sostiene.
🎪 Todos con todos (y mañana contra todos)
La orgía política no admite exclusiones ni prejuicios. Todos pueden ir con todos y contra todos, dependiendo del día de la semana y del clima electoral. Hoy se odian a muerte, mañana se abrazan como viejos camaradas; pasado se denuncian penalmente ante escribanos y cámaras de televisión, al otro día se reparten la cama del presupuesto como matrimonio feliz.
Las alianzas se renuevan con la misma velocidad con que se esfuman los discursos de campaña guardados en algún cajón polvoriento del despacho. No hay convicciones, hay momentos. No hay proyectos, hay posiciones. Lo que ayer se repudiaba con solemnidad de misa de gala, hoy se celebra con champagne importado y canapés en reunión partidaria.
Y la ciudadanía, que ya vio demasiadas escenas parecidas en este teatro del absurdo, asiste con una mezcla de fascinación y asco. Algunos todavía buscan el amor en medio del bacanal, una causa que los rescate del descontrol, una épica que tenga algún sentido. Pero el resto ya entendió el chiste: la orgía no termina, solo cambia de pareja. Cada elección es un nuevo after, cada crisis, una excusa para volver a empezar desde la misma cama deshecha con las sábanas revueltas de siempre.
🎪 Provincias Unidas: el cambalache donde todos están manoseados
Veamos un ejemplo, quizás el que en Zárate aparece como el más notorio, el más descarado, el más impúdico: la lista de Provincias Unidas.
Muchos la reconocerán porque es la propuesta en la que, en séptimo lugar y con las mismas posibilidades de acceder el 26 a una banca que yo de ser cosmonauta o Matzkin de ser querido por Lima, participa Osvaldo Cáffaro. Sin embargo esa no es la única particularidad, ni siquiera la más llamativa, porque la lista de Provincias Unidas es un verdadero cambalache, ese en el que como diría Discépolo, ‘en un mismo lodo están todos manoseados’.
🤹 El casting imposible: cuando Hollywood parece predecible
Encabeza la lista Florencia Randazzo, quien supo ser Ministro de Interior y Transporte del Frente para la Victoria, y como tal se abrazaba efusivamente con los dirigentes políticos locales del kirchnerismo duro, esos mismos que hoy lo miran como si fuera leproso político. Opuesta a él y a Cristina Fernández -que era Presidente del gobierno en el que reportaba Randazzo, ese pequeño detalle- militaba Margarita Stolbizer, líder del GEN que hoy acompaña al político de Chivilcoy.
También en el GEN milita (¿militaba? ¿milita? ¿sigue cobrando por el puesto que consiguió a través del Partido?) Ignacio Suárez Ogallar, hasta hace unos días Secretario de Gobierno de Marcelo Matzkin, autoridad del PRO en el que supo participar Emilio Monzó -además de en la UCeDe y el peronismo, porque este hombre es como el ketchup: va con todo-, quien va en tercer lugar de la nómina.
En el cuarto lugar va la actual diputada Danya Tavela, del sector de la UCR refereciado en Martín Lousteau, quien supo apoyar la candidatura de Luis Rannelucci, disputando la candidatura a Intendente con Matzkin, y más recientemente la lista de Hechos, que decía oponerse al intendente actual y al pasado… quien casualmente va en séptimo lugar de esta misma lista.
¿Se entiende? No, claro que no. Nadie entiende nada, y ese es justamente el plan.
🔗 Los lazos que atan (y que conviene no mencionar)
De los lazos entre Matzkin y Cáffaro, y la continuidad en las formas y los fondos de gobierno -esa sospechosa similitud en el ADN de gestión que parece clonado en algún laboratorio clandestino- ya hemos escrito mucho, quizás demasiado para el gusto de algunos. No hace falta ahondar ahora en eso, aunque la tentación sea grande.
🔞 El impudor como estrategia política
Por ello quizás lo más obsceno no sea el cuerpo político desnudo -que ya nos acostumbramos a verlo-, sino su impudor total: esa naturalidad descarada con que los actores del poder se entregan a lo que decían despreciar apenas ayer nomás. Esa facilidad pasmosa con la que saltan de cama en cama ideológica sin siquiera tomarse el trabajo de cambiar las sábanas.
Porque no hay nada más excitante, para el que vive del poder, que probar la ideología del otro y descubrir que, al final, sabe igual. Que da lo mismo estar acá o allá, ser esto o aquello, decir blanco o negro, porque al final del día todo sea para mantener una cuotita de poder, ese pequeño espacio que les garantice seguir en la foto, en el organigrama, en la planilla de sueldos municipales y, quizás, en la impunidad judicial.
🔄 La orgía infinita: continuidad garantizada
La orgía política no promete placer, ni épica, ni grandeza, ni cambio, ni nada remotamente parecido a un proyecto. Solo promete continuidad. Esa aburrida, monótona, predecible continuidad del que sabe que el sistema funciona así y así seguirá funcionando.
Y en esa continuidad -esa sucesión infinita de encuentros y rupturas, de alianzas y traiciones, de abrazos y puñaladas- se sostiene el sistema. Los que entran juran que lo harán distinto, que ellos sí, que ahora sí, que esta vez sí va en serio. Los que salen fingen haber sido víctimas inocentes de circunstancias adversas y traiciones inesperadas.
Pero nadie se limpia del todo. Nadie. Porque el poder, como toda orgía, deja marcas, olores y recuerdos. Y sobre todo, deja manchas. En muchos casos de corrupción. Esas que ningún jabón en polvo, por más publicidad engañosa que tenga, logra sacar del todo.
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror.’
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS
