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    The show must not go on… aunque siga tocando La Orquesta del Titanic

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    By principedelmanicomio on 5 octubre, 2025 Artículos periodísticos

    La empatía: esa extraña desconocida del Palacio Municipal 🏦💰

    Cuando era chico, uno de los aprendizajes fundamentales que me dieron mis viejos fue simple pero contundente: mis derechos terminan donde comienzan los del otro. Y si tenía dudas sobre lo que iba a hacer, sobre si estaba bien o no, debía ponerme en el lugar del otro para imaginar qué sentiría ante mis actos. Es lo que en estos tiempos se ha dado en llamar la empatía. Ese concepto que aparentemente quedó archivado en algún cajón polvoriento de la Municipalidad de Zárate, entre expedientes eternos y promesas incumplidas.

    La empatía es una de las virtudes más necesarias en la gestión pública. No se trata de un concepto abstracto ni de una actitud meramente emocional: es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de comprender lo que viven los vecinos y actuar en consecuencia. Gobernar con empatía significa escuchar, entender y responder con sensibilidad y respeto ante las necesidades reales de la comunidad.

    Pero claro, eso requiere salir del despacho climatizado, dejar de lado por un momento los reels de Instagram y las inauguraciones de placas, y mancharse las manos con la realidad cotidiana de los zarateños. Y eso, señoras y señores, parece ser demasiado pedir.

     

    El gobierno en su burbuja: donde la realidad es solo un rumor molesto 🫧

    Sin embargo, esa cualidad parece no solo ausente sino directamente expulsada con violencia de la actual conducción municipal. Las decisiones se toman desde los despachos, sin contacto con la calle, sin escuchar las voces de quienes todos los días enfrentan los problemas que deberían resolverse desde el gobierno local. La falta de empatía se nota cuando las prioridades del municipio se alejan de las urgencias cotidianas de la gente: calles intransitables que parecen pistas de motocross, servicios deficientes que funcionan cuando se les da la gana, trámites eternos dignos de una novela de Kafka, promesas incumplidas que ya ni siquiera sorprenden a nadie.

    Mientras tanto, en el Palacio Municipal se vive en una realidad paralela donde todo funciona de maravilla, donde las estadísticas son perfectas y donde cada evento es un éxito rotundo que merece ser documentado con drone, fotografía profesional y cobertura en vivo. Una fantasía digna de Disneylandia, pero sin la magia y con mucha más hipocresía.

    Un gobierno empático consulta, explica, se hace presente. No se esconde detrás de comunicados redactados por asesores que nunca pisaron un barrio, ni se limita a responder con números cuando la realidad se mide en el esfuerzo de las familias que esperan soluciones. La empatía en la gestión se expresa en gestos concretos: en cómo se atiende a un vecino en una oficina pública (sin hacerlo sentir como un estorbo), en cómo se acompaña a un barrio que sufre una inundación (no solo con la foto del funcionario con zapatillas blancas), en cómo se comunica una medida impopular (asumiendo la responsabilidad en lugar de culpar al gobierno anterior, a la pandemia o a la alineación de los planetas).

    Gobernar con empatía no es gobernar con debilidad, sino con humanidad. Y eso es, precisamente, lo que hoy falta: la capacidad de sentir como propios los problemas de los demás. Un municipio puede tener obras (aunque sean solo virtuales o de cartón pintado), estadísticas maquilladas o inauguraciones semanales de lo mismo pintado de otro color, pero si no tiene empatía, le falta lo esencial: el vínculo con la gente que lo sostiene, que lo paga con sus impuestos y que tiene todo el derecho del mundo a exigir que sus gobernantes actúen como tales.

     

    El Concejo Deliberante: mudos, sordos y cobrando 💰😴

    Y hablando de falta de empatía y desconexión con la realidad, no podemos dejar de mencionar al elefante blanco del sistema democrático zarateño: el Honorable Concejo Deliberante. Honorable por decreto, pero cuestionable por vocación. Ese cuerpo colegiado que debería ser la voz del pueblo, el control republicano del ejecutivo, el bastión de la representación ciudadana, se ha convertido en una escribanía automática de los caprichos del Intendente y en una sala de espera donde los concejales pasan el tiempo contando los días para cobrar a fin de mes.

    ¿Dónde están las preguntas incómodas? ¿Dónde está la fiscalización? ¿Dónde está el debate público sobre las decisiones que afectan a miles de familias zarateñas? Respuesta: en el mismo lugar donde está la empatía municipal. Es decir, en ninguna parte.

    Los concejales miran, observan, toman nota (o fingen hacerlo) y aprueban. Aprueban todo. Con el entusiasmo de un empleado público un viernes a las 14:30, pero aprueban. Su único acto de rebeldía es llegar tarde a las sesiones, porque total, ¿quién los controla? ¿Los vecinos? Por favor, si ya ni siquiera saben los nombres de sus representantes. ¿Los medios? Esos están ocupados levantando las gacetillas oficiales como si fueran palabra divina.

    El Concejo Deliberante zarateño se ha convertido en un monumento a la complicidad por omisión, en un ejemplo perfecto de cómo la democracia representativa puede convertirse en una farsa cuando quienes deben representar están más preocupados por mantener sus bancas que por defender los intereses de quienes los pusieron ahí.

     

    Cuando el show no debe continuar (pero igual continúa) 🎪💀

    El ejemplo de ayer es quizás uno de los peores ejemplos que puede dar un gobierno en cuanto a la relación con sus vecinos. No, corrijo: es EL peor ejemplo. Una demostración práctica de todo lo que está mal en la gestión municipal, condensada en un episodio que oscila entre lo tragicómico y lo absolutamente repugnante.

    Ayer falleció, en un accidente automovilístico, un joven en Ubaldo Fernández y Mitre, mientras en el Parque Urbano se desarrollaba la Expo Colectividades, que como publicitaba el Municipio con bombos y platillos incluía “shows en vivo”. Porque claro, ¿qué sería de un evento municipal sin música a todo volumen y la clásica foto con la bandera argentina de fondo?

    Lo triste, lo verdaderamente triste de la situación es que el cuerpo del joven quedó tendido en la calle hasta la llegada de la Policía Científica, que como era de esperar (porque en Argentina todo funciona con la velocidad de una tortuga artrítica) se demoró algunas horas. Algunas largas, eternas, interminables horas en las que una familia destrozada lloraba junto al cuerpo de su ser querido en plena calle.

    Y mientras tanto, ¿qué hacía la Secretaría de Cultura conducida por Julio Belando? ¿Suspender el evento? ¿Guardar un mínimo de respeto? ¿Demostrar aunque sea un atisbo de humanidad? Nada de eso. 

    Si ni siquiera habían considerado suspender las actividades ante la ola de suicidios que atraviesa Zárate, mucho menos declarar la emergencia en Salud Mental, ni mostraron solidaridad con quienes marcharon ayer por la tarde en la Costanera para recordar a sus seres queridos -argumentando que no deben hablar del tema porque, según afirman que dice Naciones Unidas, hacerlo genera más suicidios, como si el silencio pudiera borrar la realidad-, ¿acaso iban a detener el show por un accidente?

    La Secretaría de Cultura entendió que el show debía continuar. Y continuó la música. Y continuó la exposición. Y continuaron los parlantes escupiendo alegría forzada mientras a pocos metros una familia se desmoronaba en el dolor más absoluto y en silencio muchos zarateños marchaban hasta los pilotes del puente para dejar una vela encendida en recuerdo de quienes ya no están.

    Se equivocaron. Actuaron mal. Con una falta de sensibilidad que roza lo criminal. El show NO debe continuar. Nunca. No cuando hay un ser humano muerto a metros del escenario. No cuando hay una familia destrozada esperando poder despedirse de su hijo, de su hermano, de su amigo. No cuando el respeto más básico por la dignidad humana exige silencio, recogimiento y, como mínimo, la decencia de suspender la fiesta.

    Pero no. En Zárate, en esta Zárate gobernada por tecnócratas sin alma y funcionarios más preocupados por el rating de sus redes sociales que por la realidad de sus vecinos, la fiesta debe continuar. Porque hay que justificar el gasto. Porque hay que mostrar gestión. Porque hay que llenar el Instagram municipal con contenido “positivo y motivador”.

     

    La banda sonora del naufragio 🚢🎵

    Seguramente en los próximos días la Municipalidad publicite el evento con entusiasmo desbordante y publique un reel en Instagram con las principales imágenes de la Expo Colectividad. Con filtros, música pegadiza y algún hashtag marketinero como #ZárateSeEncuentra o #CulturaParaTodos. Un video prolijo, editado profesionalmente, que mostrará gente sonriente, platos de comida típica y la bandera municipal flameando al viento. Lo que no mostrará, obviamente, es el cuerpo de un joven tendido en el asfalto mientras la música seguía sonando. Eso no “suma” para la narrativa oficial.

    Lo que no entienden, o no quieren entender, es que está tocando La Orquesta del Titanic. Que siguen tocando mientras el barco se hunde. Que siguen organizando fiestas mientras Zárate se cae a pedazos. Que siguen vendiendo una realidad de cartón pintado mientras los vecinos reales, los de carne y hueso, los que pagan impuestos y esperan respuestas, se ahogan en la indiferencia municipal.

    La Orquesta del Titanic seguirá tocando, seguramente. Seguirán los eventos, las inauguraciones, los comunicados triunfalistas y las estadísticas maquilladas. Seguirá el circo mediático y la propaganda disfrazada de información. Pero cada vez más zarateños se dan cuenta de que el barco está hundiéndose. Y que quienes deberían estar al timón están demasiado ocupados sacándose selfies con el agua al cuello.

    La empatía no se puede fingir con un comunicado bonito. La sensibilidad no se compra con una campaña publicitaria. El respeto por los vecinos no se demuestra con palabras vacías, sino con hechos concretos. Y ayer, en ese triste episodio que debería avergonzar a todos los funcionarios involucrados, quedó demostrado que en la Municipalidad de Zárate la empatía, la sensibilidad y el respeto brillan por su ausencia.

    The show must not go on. Pero lamentablemente, en este Distrito donde el gobierno vive en su propio mundo y el Concejo Deliberante hace de comparsa muda, el espectáculo continuará. Hasta que los vecinos digan basta. Hasta que la realidad termine por imponerse sobre la fantasía municipal.

    Hasta entonces, seguirá sonando la música del Titanic. 🎻

    ‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información’.

    RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS

    Declaraciones Juradas Honorable Concejo Deliberante Marcelo Matzkin Municipalidad de Zárate Zárate
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