Zárate Básket: funcionarios de doble camiseta, subsidios a la marchanta y prioridades de utilería

🧨 Cómo se dilapidaron millones mientras los tanques de agua están secos, los pozos negros rebalsan y el Concejo… toma mate. 🏀

🎙️ ‘Nos soltaron la mano’… con la otra la seguían sosteniendo

Hay gestos que lo dicen todo. Como ese momento en el que Nelson Ingles, uno de los referentes de Zárate Basket, se sienta frente a los micrófonos, pone cara larga, y suelta una frase cargada de épica barrial: ‘Ahora se desfinanció cien por cien (…). Cuando llegó el momento, nos soltaron la mano.’

Pausa. Suspenso. ¿Violines de fondo? Casi. Porque el tono era dramático. Heroico. Como si se acabara de cerrar un capítulo glorioso de la historia del deporte zarateño. Pero no. Lo que se cerró fue la canilla de fondos públicos.

Y lo más insólito -o tragicómico, según el gusto del lector- es que Ingles dijo eso con Guillermo Di Battista al lado. Sí, el mismísimo ‘articulador’ municipal de Marcelo Matzkin, ese que iba a traer inversores mágicos para bancar el sueño de la Liga Nacional.

Lo escuchás hablar, lo ves asentir… y no sabés si reír o llorar.

🤹‍♂️ Di Battista: articulador de humo y doble rol sin rubor

La escena es digna de un sketch de Capusotto. Di Battista, el funcionario que fue presentado en campaña como la gran promesa de articulación público-privada (esa figura que suena a Harvard pero huele a boliche de tercera), reconoció públicamente que no articuló nada. Sin embardo sigue cobrando como Asesor del Intendente Matzkin. Si cobra por algo que no hace, Di Battista es un ñoqui.

Y no solo eso. Validó las críticas contra su propio gobierno.

‘Tal como Nelson explica, el cero apoyo de la Municipalidad…’

¿Cero apoyo? Dale, no nos tomen por giles.

Porque si hay algo que no faltó fue plata. Mucha. Más de la que la mayoría de los vecinos de Zárate verá junta en su vida.
Y la prueba está en el Decreto 1078/23, ese que pasó como un fantasma entre las páginas del Boletín Oficial y autorizó el pago de nada menos que $254.800.000 al Club Unión de Zárate, para sostener al equipo en la Liga Nacional.

Una cifra obscena. Y más aún si se recuerda que esa misma gestión municipal dice que no tiene plata para arreglar una bomba de agua en un barrio con chicos que se bañan con botellas.

💸 El juego de las escondidas: subsidios maquillados

En 2024, tras el cambio de gobierno, el municipio no cortó del todo el chorro, simplemente lo disimuló. Cambió de recipiente. En vez de millones directos, ofreció otras cosas: personal municipal, estructura, recursos logísticos.

Y ahí volvió a aparecer él: Di Battista, siempre listo para ocupar todos los casilleros del tablero. Como funcionario, como manager, como engranaje multiuso.

Es un clásico en Zárate: funcionarios con uniforme reversible, capaces de ser Estado a la mañana y privados por la tarde.
Y lo peor es que nadie se ruboriza. No hay escándalo, ni sesión especial, ni pedido de informes. Solo un silencio espeso que todo lo cubre.

📣 Matzkin y sus prioridades: menos básquet, más atletismo… pero sin agua

Y un día habló el intendente. Y como viene haciendo últimamente, habló con una contundencia medida al milímetro, sin que se le moviera un solo músculo de la cara: ‘No es un problema de déficit o no déficit, es de prioridad. No vamos a gastar 1.000 millones de pesos en un equipo de básquet.’

Perfecto. Suena sensato. Hasta pareciera que le cayó la ficha.

Pero hay un pequeño detalle: la misma semana, su administración avanzó con la licitación de una pista de atletismo de casi $500 millones.

Sí, la mitad de lo que ‘no iban a gastar’, pero igual de innecesario. La clave está es quién es el funcionario que le calienta la oreja al Intendente. Durante el caffarismo eran interesados en tener un equipo profesional de básquet, ahora lo es un profesor de atletismo, siempre es gente que se caga en los intereses y las necesidades de los zarateños.

Porque lo que para muchos vecinos es una necesidad urgente -un caño maestro de agua, una cloaca que no rebalse, una calle sin pozos- para el intendente es secundario frente al sueño húmedo de algunos funcionarios que quieren ver tartán en el barrio.

🛠️ La ciudad rota y los sueños ajenos

Lo de la pista de atletismo tiene su propia novela. Una especie de fast-track de capricho personal. Y el protagonista es Diego Marquine, otro asesor con más sueños que gestión.

Cuando renunció, dejó escrito algo que parece sacado de un guion de comedia: ‘La construcción de la Pista de Atletismo es una obra que anhelo profundamente.’

Sí, leíste bien. ‘Anhelo profundamente’. Como si estuviera hablando de reencontrarse con su primer amor. Pero no: hablaba de una obra pública de cientos de millones.

Y lo más desconcertante de todo: le rechazaron la renuncia. Porque claro, un tipo que desea tan intensamente una pista… no se puede dejar ir así nomás.

📑 ¿Y los balances? Bien, gracias

Cuando todo ya parecía desbordar de absurdo, Sebastián Melo el presidente del Club Unión -la entidad que ofició de vehículo legal para los fondos de Zárate Basket- cerró la historia con una frase para enmarcar: ‘Terminamos la gestión con las cuentas al día.’

Ajá. ¿Y los balances?

Porque según consta en la mismísima Ordenanza 5184, el subsidio no puede cobrarse si hay rendiciones pendientes de los anteriores.

Y al momento de autorizar los fondos por Decreto 1078/23… sí, había montos sin rendir. Pero parece que eso tampoco importó. Nadie revisó nada. Nadie cuestionó. Nadie pidió papeles.

Y el Concejo Deliberante, como siempre, durmiendo la siesta.

💤 El Concejo: una escribanía con aire acondicionado

Si hay algo que queda claro en todo esto, es que el verdadero partido no se juega en la cancha, sino en el recinto.

Y ahí, en el Concejo, no hay defensa, no hay ataque. Hay apenas un grupo de concejales que votan sin leer, que aprueban sin preguntar y que prefieren no molestar a nadie. Total a fin de mes todos pasan por caja.

Se supone que están para controlar. Pero en la práctica, son parte del decorado. Cada vez más lejos de los barrios y su gente. Cada vez más cerca del poder de turno.

🏁 Zárate Basket se va… y lo que queda es la vergüenza

Lo dijimos, lo repetimos, y lo firmamos: 🏀 Zárate Basket se va de donde nunca debió haber estado.

No por el deporte. No por los chicos que entrenaban. Sino por el uso espurio de la estructura del Estado, por el desvío de recursos públicos en plena emergencia social, y por la complicidad de un sistema político local que ya ni siquiera simula vergüenza.

En una ciudad donde miles de familias esperan el accionar estatal como si fuera Papá Noel, el relato épico del básquet solo sirve para encubrir negocios, favores y caprichos personales.

Y lo más triste es que mientras todo esto pasaba, los que tenían que decir algo eligieron callarse. Porque en Zárate, a veces el silencio también se cobra en cuotas.