¿Cuánto tiempo más hay que esperar para que la verdad gane?

Verdades ocultas y medias verdades

En 2019, en el espectáculo ‘Defensores de Causas Perdidas’, la murga uruguaya Agarrate Catalina presentó el ‘Manifiesto de la Media Verdad’. En sus versos reflexionaban sobre la verdad, sobre lo que se permite en su nombre y lo que no. Advertían: Lejos de los miedos, y los bronces, y los mármoles, y de cualquier blasón de los cuarteles. Fiel pero sin vendas en los ojos, lejos de los viejos lobos que hoy estrenan nuevas pieles.

Esta idea cobra cada vez más sentido en nuestra realidad política, donde el relato y la manipulación de la información se han convertido en herramientas de poder más efectivas que la gestión misma.

Las palabras del Intendente

En este contexto, cobran mayor relevancia las declaraciones del Intendente Municipal Marcelo Matzkin, quien el 19 de febrero pasado publicó en redes sociales: ‘La política y el ambiente que a veces la rodea se acostumbra a sacar ventajas y fama producto de la mentira. Pero nunca una mentira puede tapar la verdad. Soy de los que cree que la verdad siempre gana, es solo cuestión de tiempo.’

Coincidimos en la idea de que la verdad debe prevalecer, pero con algunas precisiones: no es ‘la política y el ambiente’, son personas concretas las que creen que la política es solo un medio para obtener beneficios personales. La política no es abstracta, sino que está hecha de individuos que deben rendir cuentas por sus actos.

Es curioso que quien habla de la verdad como valor innegociable se haya visto envuelto en tantas situaciones cuestionables desde el inicio de su gestión.

Si la verdad siempre gana, entonces el intendente debería responder algunas preguntas en honor a esa misma verdad que pregona.

Promesas incumplidas

Cuando asumía, Matzkin aseguraba que:

‘La democracia no tolera más el uso de los bienes del Estado en beneficio de políticos y candidatos. Se terminó el momento de los privilegios. Somos todos iguales con mayores responsabilidades.’

Si eso era cierto, ¿por qué aprovechó su cargo para obtener beneficios personales?

El uso de vehículos oficiales es solo un ejemplo. Se aclaró que ‘se bancaba todo’, pero el reclamo ciudadano fue inexistente, lo que dejó en evidencia que el discurso inicial era erróneo por partida doble:

• La democracia sigue tolerando el uso del Estado en beneficio de políticos.
• La sociedad sigue permitiendo que quienes tienen poder lo ejerzan de manera indebida.

El misterioso viaje a París

• ¿Pidó licencia para viajar? No.
• ¿Por qué lo hizo entonces?
• ¿Cómo se explica esta contradicción con su discurso de transparencia?

Para el viaje a Viena se tomó más días de licencia de los necesarios para el seminario al que asistía. Abusó de su cargo para beneficiarse de un tiempo extra para pasear fuera del país sin declararlo y sin autorización, una acción que, según su propio discurso, ‘no debe hacerse’.

Esto no es una simple cuestión administrativa. Se trata de una falta de respeto hacia los ciudadanos que confiaron en un discurso de cambio. La falta de coherencia entre las palabras y los hechos es un síntoma claro de la degradación política.

El silencio de la claque

Matzkin no enfrenta un verdadero escrutinio público porque la oposición y los medios locales, vaya a saber uno por qué, han elegido mirar hacia otro lado.

Los concejales de diferentes bloques no cuestionan nada, convirtiéndose en una claque que aplaude en lugar de representar a los vecinos. Mientras tanto, en las conferencias de prensa, nadie le formula las preguntas incómodas, y mucho menos repreguntas, que la ciudadanía debería conocer.

Es alarmante que en un sistema democrático el control y la fiscalización sean reemplazados por la complicidad y el silencio.

El gruñido de las focas

Frente al silencio institucional, y ante el descubrimiento de la verdad, las focas salieron en un curioso ‘caos organizado’ a cuestionar lo denunciado, sin cuestionar el proceder del Intendente. Lo curioso es que nadie puede negar el viaje, ni el abuso de poder, ni el aprovechamiento personal del cargo público, entonces se apela a descalificar al mensajero.

Se apuesta por el discurso burdo y barato, insostenible por cierto, de pretender denigrar a quien piensa diferente y lo expone.

Nadie discute ideas. Nadie cuestiona argumentos. Todo se resume a la provocación, la vocinglería y el agravio.

Ya se sabe, el ladrón cree que todos son de su condición.

Nadie pone papeles sobre la mesa para desmentir lo que se informa, pero se agravia tergiversando lo informado.

Promesas de cambio, pero más de lo mismo

El actual gobierno llegó con la bandera del cambio, con la convicción de que ‘había que hacer las cosas de otra manera’. Sin embargo, hoy replican lo peor del gobierno anterior, con una diferencia: son más efectivos en la comunicación.

Venden una imagen de transparencia y renovación, pero la realidad es otra. No están transformando la política, solo la están maquillando mejor.

La necesidad de un verdadero cambio

No se trata de la dicotomía Matzkin o Cáffaro. No se trata de elegir ‘lo menos malo’. Se trata de construir algo mejor, algo diferente. No basta con resignarse al ‘mal menor’, es hora de construir un verdadero ‘bien mayor’.

Es responsabilidad de los ciudadanos exigir transparencia, pedir respuestas y no dejarse llevar por el discurso bien construido pero vacío de contenido.

Un cambio real no se logra con palabras, sino con hechos concretos y compromisos cumplidos.

Ese es el desafío del momento.

¿Cuánto tiempo más hay que esperar para que la verdad gane?

El tiempo es ahora.

La decisión está en manos de todos.