El Intendente Marcelo Matzkin tiene razón

Esta contradicción es un reflejo de un problema mayor: la desconexión entre las promesas de campaña y las acciones reales. La gestión actual parece haber perdido el rumbo en cuestiones fundamentales, priorizando medidas que lucen bien en los titulares pero que no resuelven las demandas esenciales de los vecinos.

Los problemas persistentes de Zárate

Sí, mientras falta agua potable en amplios sectores del Distrito, mientras la inseguridad escala ante la inacción oficial, mientras los barrios no están mejor que un año atrás, el gobierno municipal sigue confundido. Como dijera el Matzkin modelo 2023: ‘las prioridades se han perdido’.

La diferencia es que cuando pronunció aquellas palabras, Matzkin venía de ganar una elección que lo catapultó como Intendente de Zárate. Hoy, en menos de un año, enfrenta una elección parlamentaria en la que pone en juego la escribanía personal, la mayoría automática del Concejo Deliberante, y busca disputar el tercio de votos que define cada elección.

Las dificultades para acceder a servicios básicos como el agua potable o la seguridad no solo afectan la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también generan una sensación de abandono en las periferias del Distrito. Estos problemas estructurales se han convertido en una constante que pone en entredicho la eficacia de la gestión actual.

El ajedrez electoral de Matzkin

En términos generales (y coroneles también), un tercio del electorado zarateño es peronista, otro tercio es antiperonista, y entre ellos, un tercio fluctúa dando y quitando apoyos. Esa porción del electorado se ubica, gráfica y simplificadamente, en el eje Justa Lima – Félix Pagola. Allí es donde se juega la madre de la batalla electoral local, y Matzkin lo tiene claro. Por eso, gran parte de sus medidas apuntan a captar a ese sector del electorado.

Aunque hoy, como un año atrás, ‘el Municipio de Zárate hoy cuando se aleja de la zona céntrica, cuando se aleja de la zona urbana, cuando se aleja de la costanera, duele y mucho.’ Matzkin prefiere tolerar ese dolor si eso le garantiza ganar las elecciones y ampliar su dominio en el Concejo Deliberante para poder hacer cuanto quiera sin mayor oposición.

La estrategia política del Intendente apunta a consolidar su poder a través de alianzas y decisiones que favorezcan su imagen frente al electorado indeciso. Sin embargo, este enfoque parece dejar de lado las necesidades de los sectores más vulnerables, quienes esperan respuestas concretas a problemas que afectan su día a día.

Una gestión de apariencias

Una vez más, un nuevo ejemplo de la política gubernamental: una puesta en escena en lugar de cambios concretos y duraderos. Al igual que el Matzkin vecino, los zarateños reclaman que se resuelvan problemas como el agua, los pozos y la inseguridad, no que se coloquen lucecitas en una peatonal que dejó de ser peatonal y que, por estos días, volverá a serlo, pese a los reclamos de los vecinos. Estos entienden que, dado el crecimiento de la inseguridad, esta medida generará más hechos delictivos.

Los ciudadanos necesitan más que promesas. Necesitan una visión clara, con metas alcanzables y un plan de acción que priorice el bienestar colectivo sobre los intereses políticos. La percepción de una ciudad que duele fuera del centro urbano no puede ser solo un slogan; debe traducirse en proyectos concretos que impacten positivamente en cada rincón del Distrito.

Acciones concretas, no discursos vacíos

Sí, el Intendente Marcelo Matzkin tiene razón: ‘las prioridades se han perdido’. Es urgente ‘dar vuelta a la pirámide de prioridades’, no como un objetivo, sino a través de acciones concretas para que comiencen a ganar los que siempre perdieron.

La historia juzgará a esta administración por su capacidad de actuar más allá de las palabras. Es momento de que Matzkin demuestre si su gestión puede ir más allá de las promesas y logre, finalmente, transformar a Zárate en un lugar donde las prioridades de los vecinos sean la verdadera guía de sus decisiones.