Como un revival de la política farandulesca del peronismo durante la década del 90 del siglo pasado, el Presidente de la República Javier Milei eligió aggiornar la relación popular con su electorado y apeló a una lógica similar que la de su guía, a quien recientemente homenajeó colocando su busto en la Casa Rosada. En la versión original Carlos Menem eligió el deporte y jugó al futbol junto a Diego Maradona y al básquet junto a Héctor Campana, en la versión remozada Javier Milei eligió cantar en el mítico Luna Park.
Sí, aunque parezca mentira, en un país donde más del 60% de los niños son pobres, donde la mitad de su población no tiene garantizadas las comidas mínimas diarias, el Presidente de la Nación está preocupado por presentar su libro y cantar con un grupo de acólitos.
Mientras en el interior del país, con Misiones a la cabeza, la conflictividad social se incrementa y los reclamos populares se hacen oír, el Presidente de la Nación se dedica a cantar.
E incluso hay muchos que lo justifican porque el fin justifica los medios, y si hace esto pero hay resultados económicos… que lo siga haciendo.
El problema es que como cada vez hay menos pan, aumenta el circo.
Con la excusa de la batalla cultural, y preocupado en erigirse como un líder del mundo occidental en una cruzada contra todo aquel que no piense como él, y a quien tilda de zurdo, socialista o comunista (ya no habla de casta), Milei refuerza a cada paso su figura.
En la prolongada y estéril lucha dialéctica con el Jefe de Gobierno español Pedro Sánchez, en su denostación de la política local (‘La agenda de los políticos argentinos es la agenda de los liliputienses. Yo estoy en otra liga y eso les molesta porque muestra la insignificancia de los políticos argentos, de lo berreta que son, de lo poco que son, del poco alcance que tienen’, afirmó), en su megalomanía (‘Yo soy el máximo exponente de la libertad a nivel mundial, le guste a quien le guste’, sostuvo). A cada paso de su gestión se ve como redobla la apuesta… y cuando recibe una respuesta, se pone en el papel de víctima, y justifica su accionar en el accionar del otro.
Megalómano y víctima, una dualidad complementaria que le calza de maravillas. Y por si fuera poco es portada en publicaciones internacionales… lo cual reaviva tal autopercibimiento.
El egocentrismo argentino en su máxima expresión.
Mientras tanto llegó el 25 de mayo y no hubo Pacto de Mayo, y son pocas las soluciones concretas que el gobierno puede exhibir, si hasta subió el dólar la última semana y lo justificaron contrariando sus posturas históricas.
Van cinco meses y medio de gobierno y la única justificación que sostiene el gobierno es ‘somos nosotros o vuelven a ser ellos’ y es un argumento que aún hoy le rinde sus frutos. Las encuestas muestran que el apoyo popular se mantiene en altos porcentajes, aunque la situación general sea cada vez peor.
Algo similar ocurrió en los albores del menemismo allá por inicios de la década del 90 del siglo pasado… todos sabemos cómo terminó 10 años después… y las consecuencias que aún hoy estamos padciendo.
¿Habrá que esperar 10 años? Difícil imaginarlo hoy, el menemismo 2.0 no parece tener la misma solidez. ¿La encontrará en las elecciones de medio término de octubre de 2025?
¿Cómo llegaremos a entonces?
¿Cantando?
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información’.
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS
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