Por estos días han circulado mucho en las redes frases de José de San Martín y de Dante Alighieri. La del prócer argentino que utilizó Patricia Bullrich al momento de hacer público su apoyo en favor de la candidatura de Javier Milei, reza ‘Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla’, y la del artista italiano ‘El más oscuro rincón del infierno está reservado para aquellos que conservan su neutralidad en tiempos de crisis moral.’
¿Quién podría estar en desacuerdo con ambas afirmaciones? ¿Alguien puede sostener que no es preciso defender la Patria y lo que cada uno entienda por ella? ¿O acaso no defendería a su familia, sus amigos? ¿Alguien puede creer que en momentos de crisis, y en los otros también hay que jugársela y no hacer la gran Solá? Nadie, dónde sí vamos a diferir es en cómo se defiende la Patria o cuál es la forma de jugársela en los momentos de crisis.
Y la realidad política del país a partir de las elecciones generales del pasado domingo 22 de octubre expone un ámbito más que ideal para poner en práctica estas ideas que, curiosamente, abarcan desde diferentes ámbitos a todos los involucrados.
Tanto Javier Milei, de acuerdo a su ideario, como Sergio Massa, en línea con sus propuestas, están convencidos de jugársela en pos de la defensa de la Patria, nadie podría dudar de ello y debiéramos ser lo suficientemente tolerantes como para aceptar que podemos compartir un fin aunque discrepemos de los medios para llevarlo a cabo. De hecho, estoy convencido que nadie diría que no lo hace, pero en coyunturas como las actuales las opciones se reducen y es necesario clarificar la realidad.
Varios partidos políticos, añorando una época que ya no existe, se pronunciaron públicamente acerca de su posicionamiento de cara al ballotage. Todos ellos, de alguna u otra manera, dejaron en libertad de acción a sus afiliados, como si en la práctica no la tuvieran. Hablaron de prescindencia, es decir que institucionalmente el partido político no apoyaría a ninguno de los candidatos… pero a los partidos políticos los componen personas y más allá de las explicaciones personales individuales de cada uno, de cara a la segunda vuelta de la elección presidencial a realizarse el próximo 19 de noviembre, las opciones son acotadas. Uno puede no votar, anular el voto, votar en blanco o votar por alguno de los dos candidatos para alzarse con la presidencia.
No coincidimos con lo expresado públicamente por Martín Lousteau respecto a que el voto queda en el ámbito privado de las personas, como no es el ámbito privado de las personas el accionar de los funcionarios públicos. En consecuencia, si oportunamente expresó públicamente que acompañaría a Patricia Bullrich, ¿por qué ahora no se pronuncia hora sobre su voto?
No basta con declaraciones vacuas, es necesario asumir el desafío de la hora y hacerse cargo de las consecuencias de nuestros actos.
En nuestro caso estamos convencidos que ninguno de los dos candidatos es parte de la solución para los problemas argentinos, muy por el contrario, son grandes responsables de la realidad actual ya sea en términos teóricos como prácticos. Asimismo, como dijéramos días atrás, encontramos vasos comunicantes entre ambas propuestas que lejos están de ser antagónicas y en muchos casos son mutuamente funcionales. Por eso lo decimos claro, no vamos a acompañar a ninguno de los dos candidatos, vamos a votar a en blanco para dar un claro mensaje en las urnas. Al fin de cuentas, mal que le pese a muchos, no será la primera vez que esto ocurra, ya hubo quienes dieron orden de votar en blanco y millones de argentinos lo cumplieron, y otros que promovieron el que se vayan todos buscando desprestigiar el proceso eleccionario.
Pero así como tomamos posición pública es preciso que lo hagan todos quienes tienen el compromiso público de construir política a través de los partidos políticos.
La Unión Cívica Radical ya anunció que ‘no apoyará a ninguno de los dos candidatos. Ninguno de los dos garantiza un futuro de progreso para la Argentina’. ¿Cómo se traduce esto en los hechos? ¿Qué harán sus autoridades? ¿Sus representantes? ¿Sus dirigentes? ¿Qué harán Sandra París, Norberto Toncovich, María Elena Gallea? ¿A quién votarán?
El PRO no lo explicitó tanto como sus socios pero, en palabras de Cristian Ritondo, dio ‘libertad de acción’. Él mismo ya se pronunció en favor de la candidatura de Javier Milei. ¿Qué opinan sus seguidores, muchos de ellos futuros funcionarios municipales zarateños? ¿Qué votará el Intendente electo Marcelo Matzkin? ¿Qué hará Matías Ranzini?
Difícil desafío tiene, en paralelo, Juntos por el Cambio. Difícil imaginar como seguir andando un mismo camino con posturas que ellos definen tan antagónicas como las que se adoptan de apoyo a Massa o Milei, con lo cual más que la libertad de acción se parece al comienzo del fin de la coalición tal como la conocimos, porque no los une ni siquiera el espanto.
Días atrás, y antes de esta frenética semana de definiciones políticas hablábamos de la vigencia de Borges y su poema donde hablaba que lo que hacía que quisiera tanto a Buenos Aires era que con ella lo unía el espanto, una semana después quedó claro que Borges, al menos en esto, ya no tiene vigencia.
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