Nos pidieron que compartamos nuestra opinión sobre lo ocurrido en los comicios del pasado domingo y no hicimos a tiempo de terminar el artículo, así que optamos, para no defraudar a quienes confiaron en nosotros, por compartir un cuento con los lectores.
Había una vez un movimiento político que desde su nacimiento ocupó un rol central en la política argentina.
Desde la aparición del peronismo, allá por la década del ’40 del siglo pasado la política argentina giró en torno de este movimiento. En parte por su apoyo, en parte por quienes buscaban su destrucción. El paso del tiempo, y fundamentalmente tras la última dictadura militar, posibilitó que los argentinos entendiéramos que la solución no pasaba por la eliminación del adversario sino por la convivencia democrática entre los diferentes actores.
Así discurrió el tiempo desde entonces, con alternancias en el ejercicio del poder, aunque mayoritariamente con gobiernos de orientación peronista. Pero hubo algo que los caracterizó a todos, la búsqueda de la perpetuación en el ejercicio del poder.
Lo buscó Carlos Menem con la reelección presidencial y lo trató de buscar nuevamente con la rereelección.
Lo buscaron las diferentes vertientes del justicialismo cuando se presentaron en múltiples fórmulas presidenciales para competir entre sí.
Lo buscó el matrimonio Kirchner alternándose en el ejercicio de la primera magistratura, proceso que se interrumpió naturalmente con el deceso de Néstor Kirchner.
Y también lo buscó Sergio Massa, quien desde hace más de un año funge como Presidente de facto de la República Argentina.
Massa era consciente que una propuesta se cernía como la alternativa para que él llegase a la Presidencia de la República por derecho, Juntos por el Cambio era la fuerza que ponía en jaque el sueño de su vida y entonces buscó la forma de encontrar un contrapunto que pusiera en jaque ese esquema.
Ante el hastío que gran parte de los argentinos tienen para con la democracia y su ‘tolerancia’ a un gobierno que aún de manera autoritaria garantice solucionar los problemas que los aquejan, se alentó a través de su presencia en los medios de comunicación el surgimiento de una propuesta ‘antisistema’ que ‘por derecha’ se presentase como una alternativa al status quo. Su presencia sistemática en medios de comunicación afines al Gobierno nacional, avalan esta teoría.
En este campo, este nuevo liderazgo competiría con Juntos por el Cambio por el rol de opositor al gobierno.
Pero no bastaba con su presencia en los medios, camino que transitaron varios dirigentes del mundo para instalarse políticamente sin estructura y sin experiencia partidaria previa, era necesario que esa propuesta fuera creíble.
Entonces se lo ayudó a armar listas electorales para poder presentarse a elecciones, el Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, fue claro al respecto poco después de las PASO, ‘Con Milei pasó una cosa. Muchos intendentes le armaron la lista a Milei. Vamos a hablar las cosas como son […] Muchos intendentes, de los nuestros y de la oposición también, abusándose de la falta de capacidad y de estructura política que tenía Milei, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, le dijeron “Milei, los concejales te los pongo yo y te cuido la boleta a vos”’ y agregó ‘Sergio Massa ‘va a entrar al balotaje y va a ganar’ porque ‘en las PASO a veces nos damos el lujo de mandar un mensaje o una señal […] Nosotros hemos captado el mensaje y Sergio Massa lo ha interpretado como pocos. Luego, en el balotaje, va a ganar’.
Porque allí residió la clave, para que la historia fuera creíble tenían que darse ciertas circunstancias, por ello el peronismo ‘ayudó’ no solo en cuidar las boletas en las mesas electorales sino también en ponerlas dentro de la urna y ‘engordó’ a Milei. Tras las PASO, Milei aparecía como la principal opción alternativa al gobierno.
Como a las vacas en tiempo de pastoreo, sometieron a Milei a un feed-lot que garantizara que fuera visto por la sociedad como la única alternativa real en desmedro de Juntos por el Cambio.
Y cuando llegó el momento de la faena, hicieron lo que tenían que hacer, dejaron de cuidar la boleta de Milei y dejaron de ponerla en la urna. Es falso que ‘todos los nuevos votantes que participaron de las elecciones generales sin haber participado de las PASO votaron a Massa, la realidad es que ese porcentual varió mucho y gran parte se la llevó Milei, la clave está en que los votos que habían engordado su candidatura volvieron a su verdadero dueño, al peronismo, dejando fuera de carrera a quien hasta hace poco era la alternativa al peronismo, Juntos por el Cambio.
Las PASO trajeron como consecuencia que en tres semanas competirán por la primera magistratura del país las fórmulas encabezadas por el Ministro de Economía Sergio Massa, el mismo que llevó la inflación a más del 112% interanual, la pobreza a más del 40% de la población, a que dos de cada tres menores de 16 años sean pobres, y al diputado Javier Milei, quien con propuesta ultraderechistas, ultramontanas y antisistémicas propone un salto al vacío.
El resto del espectro político, y fundamentalmente los integrantes de Juntos por el Cambio, se encuentra entonces ante la disyuntiva sobre qué hacer, cuando las propuestas son malas con diferencia de graduaciones.
Quienes primero se adelantaron fueron Patricia Bullrich y Luis Petri, integrantes de la fórmula presidencial que compitió el domingo pasado por Juntos por el Cambio. Pero, ¿Quién es la fórmula presidencial para hablar? ¿Son representantes de partidos políticos? Bullrich y Petri debieran haber hecho lo que decidiera Juntos por el Cambio de manera orgánica. Decisión que, a fin de evitar una ruptura, debía ser la prescindencia.
Sin embargo impulsados por el ex Presidente Mauricio Macri, buscaron ‘marcar la cancha’… el problema es que varios jugadores eligieron no ser de la partida.
Ante el esquema propuesto, sin capacidad de acción por los cauces naturales ya que integra (o integraba) Juntos por el Cambio y sin querer esperar 4 años para buscar revancha, Mauricio Macri pretendió ‘mejicanearle’ el proyecto al oficialismo y arroparlo con dirigentes y propuestas.
Y en medio de todo, la ciudadanía.
Como dijera Jorge Luis Borges, al referirse a Buenos Aires en un poema de su autoría, ‘No nos une el amor sino el espanto; será por eso que la quiero tanto’. Ese es el desafío, conocer cuánto espanto hay por el otro para saber qué se va a votar. Porque las identidades se definen ‘en oposición a’ en lugar de ‘en favor de’, en consecuencia habrá que analizar que clivaje se acentúa con mayor fuerza, si el antiperonista, que propiciaría el voto en favor de Javier Milei para impedir que Unión por la Patria, coalición liderada por el peronismo, siga gobernando o si el antisistema, que convocaría el voto en favor de Sergio Massa como un mal menor para evitar la llegada al poder del líder libertario y su madeja de propuestas que, a su vez, no se definen como en favor de ideas núcleo sino como oposición a la realidad actual.
De eso dependerá entonces, de saber qué espanta más, si el peronismo o la postura antisistema. Adicionalmente, una tercera opción minoritaria, la noción de quienes creemos que no se debe elegir por el mal menor sino que se debe trabajar por el bien mayor.
Y colorín colorado este cuento todavía no se ha acabado…
Nos habían pedido una nota, no hicimos a tiempo y compartimos un cuento. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.
Cada uno tiene la responsabilidad de asumir claramente su posición. ¿Qué significa la prescindencia? ¿Abstención? ¿Voto nulo? ¿Voto blanco? ¿Voto a alguno de los candidatos?
De nuestro lado, no queremos más cuentos, dejamos el papel en blanco… y el voto también.