Días atrás me hicieron un reportaje para A Vírgula, un medio digital brasileño.
A continuación la entrevista y la publicación en portugués.
¿Cómo evalúa la crisis argentina de los últimos años? ¿Cuáles son los efectos de esto en la economía y la sociedad del país?
Argentina no lleva crisis en los últimos años, Argentina vive en crisis, lo cual impacta de manera directa en la sociedad y su comportamiento. A diferencia de otras oportunidades, en este caso, se da con la particularidad del peronismo en el gobierno, lo que hace que sea una ‘crisis sui generis’.
Históricamente el peronismo era quien generosamente repartía mientras que sus opositores venían a poner orden tras el descalabro económico. En esta oportunidad el peronismo no reparte porque no hay que repartir, pero tampoco hace las cosas que se deben hacer para sortear la crisis, lo cual genera desánimo y pesadumbre en la gente, aunque pese a todo, un porcentual importante, por amor u odio, sigue encontrando en el peronismo y sus candidatos el mejor sitio donde depositar sus sueños, muchas veces de manera casi mesiánica anclada en el pasado, y no en el futuro.
¿Cometió errores el gobierno del presidente Alberto Fernández en relación al tratamiento de la deuda externa?
El gobierno de los Fernández, porque no hay que olvidar que pese a estar encabezado por Alberto Fernández contó con el respaldo y el impulso de Cristina Fernández quien lo acompaña desde la vicepresidencia de la República, negoció un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que le permitiera modificar el acuerdo alcanzado por Mauricio Macri. Al momento de contar con el aval parlamentario que lo validara, el bloque de gobierno votó separado, aunque garantizando su aprobación, y el respaldo mayoritario se lo dio la oposición.
A las claras está que no fue un buen acuerdo, pero no solo por lo firmado sino fundamentalmente porque Argentina no hizo lo que debía hacer.
Argentina, y los argentinos, prefiere vivir de los resplandores del pasado que asumiendo su realidad actual y accionando en consecuencia, por lo que más allá de lo que se acuerde y se firme, el problema central pasa por lo que se hace.
Y nadie quiere hacer lo que se debe hacer.
¿Existe una crisis en las dos nostalgias político-ideológicas, liberal y peronista, que se han turnado al mando de Argentina desde mediados del siglo XX? ¿Hay un resurgimiento del deseo de los militares de recuperar el poder político que siempre ejercieron hasta la derrota en la Guerra de las Malvinas?
Uno de los principales logros de la democracia argentina es el entender y aceptar que las crisis se resuelven dentro del marco democrático. Lo ocurrido en el año 2001 es una buena prueba de ello.
En este contexto, las Fuerzas Armadas no son una opción real de quiebre del sistema democrático, fundamentalmente porque hay tendencias electorales que representan los intereses que decían defender las Fuerzas Armadas.
En su opinión, ¿la rendición de gobiernos que podríamos calificar de progresistas en relación a las políticas de austeridad fiscal podría llevar a la pérdida de legitimidad y representación social de estos grupos, similar a lo ocurrido en varias naciones europeas?
En primer lugar yo no calificaría de progresista al gobierno argentino, puesto que por ejemplo, llevó la pobreza del país a más del 40% de su población. Sí, en cambio, es un gobierno que se promociona como progresista, y por ello una gran porción de la ciudadanía lo toma como tal. Esa fue la principal derrota de quienes nos definimos como progresistas, perdimos las ‘banderas’ del progresismo y en este contexto ‘naturalmente’, la salida es por derecha.
El ciudadano medio piensa para sí ‘si esto es el progresismo y yo estoy como estoy, que venga algo diferente al progresismo’.
Sin embargo no sólo es el ajuste fiscal lo que lleva a la pérdida de la legitimidad y la representatividad social de los grupos sociales de apoyo, estoy convencido que la disociación entre lo que Milei ha denominado ‘la casta política’ y la ciudadanía es lo que le ha quitado sustento al gobierno actual. Realidades tales como la celebración del cumpleaños de la esposa del Presidente en la Quinta Presidencial en plena pandemia junto a un grupo de amigos mientras los argentinos estábamos obligados a estar aislados por un decreto firmado por el Presidente, quien participó del ágape, o las imágenes difundidas el último fin de semana con el entonces Jefe de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires paseándose por el Mediterráneo en un yate de lujo, con consumos de lujo, junto a una modelo, minan la credibilidad gubernamental y exponen que la realidad de los dirigentes no es la realidad de los dirigidos.
¿Qué escenarios prevé para el futuro de Argentina como nación, en términos de recuperar su plena capacidad económica y superar la gravísima crisis social y de desempleo que azota al país?
Como decíamos antes Argentina vive en una crisis constante que, en esta oportunidad, no se manifiesta en una crisis de desempleo, algo que agudiza la crisis social. ¿Por qué? Porque se da la paradoja de tener trabajadores pobres. Históricamente la pobreza se asociaba a la falta de trabajo, ‘el trabajo dignifica’ era la frase de cabecera, hoy con una tasa de desempleo de 6,2% (Argentina en 2019, al inicio del gobierno de los Fernández, tenía una tasa de desempleo del 8,9%), el trabajo ya no dignifica. Bajó el desempleo y subió la pobreza.
Hoy no alcanza con tener un trabajo para superar la línea de pobreza. La canasta básica es de $284.686,95 (4175 reales) y el salario mínimo es de $146.000 (2141 reales), casi el doble.
Esto genera desánimo y desazón en la población que ve como el poder adquisitivo se escurre entre los dedos con una inflación acumulada en 2023 es del 80,2% y una interanual del 124,4%.
En este contexto los escenarios no son muchos. Argentina tiene que dejar de vivir como cree que es y comenzar a vivir como es, para que en un futuro, si todo sale bien, pueda vivir como le gustaría. Y de los tres candidatos que aparecen con mayores posibilidades hay uno que no lo hizo, Patricia Bullrich del frente opositor Juntos por el Cambio que ya fue gobierno de 2015 a 2019 y que dice que ahora sí van a hacer lo que entonces dijeron que iban a hacer y no hicieron, uno que no lo hace, el oficialista Sergio Massa de Unión por la Patria que actualmente es Ministro de Economía y no implementa lo que dice que implementará a partir de diciembre, y uno que dice que lo hará, Javier Milei, de La Libertad Avanza, quien ha lanzado propuestas disruptivas para salir de la situación actual.
¿Cómo ha observado el pueblo argentino el crecimiento de Milei y el apoyo a sus propuestas? ¿Cree que, si gana, podría incitar a la extrema derecha en América Latina? ¿Cree que es parte de esta organización internacional de extrema derecha? ¿Qué similitudes señala entre Milei y Bolsonaro? ¿La extrema derecha en Brasil y Argentina?
En mi opinión en Argentina no hay un crecimiento de la extrema derecha en términos ideológicos, aunque sí un crecimiento electoral de candidatos que se encuentran a este extremo del espectro ideológico, que no es lo mismo, y la curiosidad es que este crecimiento no se da por el apoyo de los electores a las propuestas de Javier Milei sino como una suerte voto descarte tras desechar las otra opciones.
Al preguntarle a los electores acerca de las propuestas de los candidatos, de manera transversal, la mayoría las desconoce, en consecuencia prima la imagen que los candidatos pueden mostrar ante la gente. Y en este contexto, Milei ha sabido capitalizar, primero como personaje pintoresco, y luego como una opción válida el rechazo al resto de la dirigencia política.
Su discurso contra la casta cala hondo en los argentinos que, tras la sucesión de gobiernos de diferente signo político, no divisan un horizonte mejor.
Por eso los puntos en común entre Milei, que se reivindica liberal, y los partidos políticos de extrema derecha mundial, no van más allá del rechazo al status quo… aunque con una curiosidad, pese a este rechazo se sirven de parte del mismo para su propio provecho, ya sea en los países con sistema parlamentario, apoyando candidatos de la ‘casta’, o en los países presidencialistas logrando acuerdos subnacionales con representantes de la misma.
Respecto a Bolsonaro, hay una diferencia central. Jair Bolsonaro fue Diputado Federal durante 29 años antes de ser Presidente de la República y anteriormente había sido concejal, a los ojos de Milei sería parte de la casta. Javier Milei, en tanto, tuvo su primera experiencia política hace menos de dos años cuando fue elegido Diputado Nacional. Esto demuestra también que el fenómeno Milei no es la catalización de un proyecto político sino el emergente de una coyuntura política en donde un outsider de la política le dice a los votantes lo que estos esperan escuchar, apelando a un discurso emocional y emotivo.
Javier Milei no canaliza el voto de la derecha argentina, más alá que estos sectores políticos ven después de mucho tiempo que vuelven a tener caudal electoral importante, Javier Milei canaliza el llamado voto bronca, que en 2001 se exteriorizó en el ‘que se vayan todos’ y el voto en blanco, Javier Milei canaliza el voto de quien ya descree de todo y que está convencido que peor no se puede estar… aunque paradójicamente, si Javier Milei gana en las elecciones, Argentina va a estar peor.
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror.’
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS
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