El 5 de octubre de 1988 no fue un día más en la historia de Chile, tras más de 15 años de dictadura, y regido por las leyes del régimen, el pueblo se volcaba a las urnas para decidir la continuidad o no del régimen instaurado en 1973, tal como se estipulaba en la cláusula vigésimo séptima de la Constitución Política dictada por la propia dictadura.
La falta de participación electoral durante la dictadura motivó que, cuando se abrió el registro para inscribirse a quienes estaban en condiciones de votar, más del 97% de los habilitados lo hicieran, lo que presagiaba un verdadero aluvión de votos en el plebiscito convocado.
Una clara consigna interpelaba a la sociedad chilena ‘Augusto Pinochet Ugarte – Si | No’. El votar sí implicaba la mantención del régimen hasta 1997 y el votar no el llamado a elecciones parlamentarias y presidenciales el siguiente año, puesto que la cláusula vigésimo novena de la misma Constitución Política determinaba que ‘si la ciudadanía no aprobare la proposición sometida a plebiscito a que se refiere la disposición vigésimo séptima transitoria, se entenderá prorrogado de pleno derecho el período presidencial a que se refiere la disposición decimotercera transitoria, continuando en funciones por un año más el Presidente de la República en ejercicio y la Junta de Gobierno, con arreglo a las disposiciones que los rigen’.
Como era de prever, la campaña electoral se desarrolló en un tenso ambiente en el cual no había cesado la censura y la represión, y como muestra apenas tres años antes los Carabineros habían asesinado a sangre fría a los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo procurando marcar de manera concreta a una generación de chilenos. Ambos sectores apelaron a diferentes estrategias para ganarse el beneplácito de la población y mientras quienes apoyaban la opción SI recordaron la situación de descontrol vivida (y provocada) a finales del gobierno de Salvador Allende, la oposición se centró en el accionar de la dictadura militar y la violación de los Derechos Humanos e incluyó un fallido viaje de Joan Manuel Serrat, que estaba prohibido por el régimen, para participar del cierre de campaña por el No.
Aunque cueste creerlo, casi de la mitad de los chilenos apoyaron la dictadura militar y su política de muerte y exterminio votando por la continuidad de la dictadura, ya que el No triunfó 56% a 44%, pese a algunas ‘encuestas’ de Gallup que presagiaban lo contrario, y esa realidad de un país dividido por mitades se sigue reflejando, con matices, hasta el día de hoy.
Pero el 5 de octubre no fue solamente que Augusto Pinochet Ugarte tuviera que convocar a elecciones, fue fundamentalmente la decisión del pueblo chileno de decidir por su propio futuro sin tener un grupo de iluminados que decidieran en su nombre.
30 años atrás los chilenos decidieron, utilizando el slogan que utilizara el gobierno de la Unidad Popular cuando nacionalizó el cobre, ponerse los pantalones largos, y aunque Pinochet siguió al frente del Ejército ‘tutelando’ la democracia y como senador vitalicio, fue el inicio de un camino del que ya no habría retorno.