Tras el acuerdo alcanzado entre los distintos presidentes de Bloque se inició el debate en comisión en el Senado de la Nación, de la media sanción brindada por la Cámara de Diputados de la Nación al Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), y a diferencia de lo ocurrido en la Cámara de origen, en esta oportunidad hay una fecha límite, el 8 de agosto de 2018 la Honorable Cámara de Senadores de la República Argentina resolverá si sanciona o no el Proyecto 230-D-2018.
Y si bien los guarismos indican que habría 31 legisladores que votarían por el rechazo de la media sanción, hay algunos indicios que han puesto nerviosos y a la defensiva a quienes militan por la continuidad de los abortos ilegales. Las señales de alarma son, fundamentalmente, tres. La existencia de 13 Senadores que aún no hayan exteriorizado su opinión sobre el tema en discusión, el cambio de opinión de la Senadora González, y el accionar del Presidente de la República.
Cuando se discutió la IVE en la Cámara de Diputados, hasta pocos días antes de la sesión los pronósticos indicaban un final de bandera verde, y según quien fuera el informante, se volcaban en uno u otro favor los apoyos. Los números finales, aunque ajustados, no mostraron un desequilibrio notorio en pos del apoyo al Proyecto de Ley, puesto que el 49% de la Cámara de Diputados avaló que siguiera la ilegalidad.
Esto ha puesto en alerta a la Iglesia Católica que se ha movido rápidamente en pos de garantizar que los legisladores que a priori aparecen contrarios al proyecto de la IVE mantengan su postura en el recinto a la hora de votar, realidad que se ha acentuado tras el anuncio de la Senadora de Cambiemos por la Provincia de Buenos Aires, Gladys González, que inicialmente se oponía a la media sanción y así se la contabilizaba en todos los conteos previos, y días atrás anunció que ‘porque defiendo a la vida voy a votar a favor del proyecto de interrupción voluntaria del embarazo.’
Ante esta realidad, todos los hechos son observados como grandes gestos en pos de una u otra posición. La misa por la vida celebrada en Luján, la fotografía de la gobernadora bonaerense con un símbolo de quienes rechazan el proyecto de IVE e incluso el Jefe de Gobierno porteño con su bochornosa y antediluviana consagración de ‘la Ciudad de Buenos Aires al cuidado del Sagrado Corazón de Jesús […] bajo la protección del Inmaculado Corazón de la Virgen, su Madre, cuyo nombre lleva esta Ciudad’.
A diferencia de lo ocurrido durante el debate en Diputados, pareciera que nadie quiere parecer prescindente.
Por eso molestó tanto la declaración del Jefe de Gabinete Marcos Peña, quien tras la última reunión de gabinete anunció que ‘Dar un debate republicano implica respetar ese acuerdo y por supuesto no vetar la ley’, porque el problema de fondo es que hay muchos que no saben (y no están dispuestos a) vivir en una República. En un país en el que funciona adecuadamente su sistema de gobierno y se respetan las reglas del juego que se auto impone no serían necesarias declaraciones como las del Presidente del principal bloque opositor en la Cámara Alta, quien en una clara respuesta a la ofensiva eclesiástica afirmó que ‘La Iglesia debería ejercer la tolerancia porque la ley está por encima de los dogmas’, el problema es que hace muchos años que vienen actuando en sentido contrario y no suelen caracterizarse por cambios bruscos. De hecho, y redoblando la presión, el arzobispo de La Plata, Víctor Fernández apeló a la convicción de Mauricio Macri, afirmando que la posibilidad de un veto presidencial de la norma en caso de ser sancionada, ‘depende de qué fuerza tenga esa convicción en la persona’, y contrastó esta posibilidad con lo ocurrido tiempo atrás en Uruguay, cuando según el prelado ‘Tabaré permitió el debate, que fue rico. Él mismo lo escuchó y después de escucharlo reafirmó sus convicciones como médico y sus convicciones humanistas. Sin ser católico ni tener vínculos con la Iglesia, tomó la decisión de vetarlo’. Curiosa interpretación, puesto que el propio Fernández alzó la voz cuando Mauricio permitió el debate, que fue rico. Él mismo lo escuchó y después de escucharlo reafirmó sus convicciones como ingeniero, sus convicciones humanistas y republicanas. Y pese a ser católico y tener vínculos con la Iglesia, toma la decisión de no vetar la ley sancionada.
Y esta presión pretenden ejercerla ciudadanos que viven del dinero del Estado, y que no cuestionan su accionar en ese plano. Cuando la ley los favorece exigen su cumplimiento estricto, y cuando no coinciden con una norma, intentan por todos los medios que ésta no se aplique. Si tanto los preocupa cuidar las dos vidas, como dicen, y aunque ese no es el fondo de la cuestión, ¿cuántas muertes en abortos ilegales se evitarían con el dinero que recibe la Iglesia Católica para su sustento?
Una vez más es importante recordar que la cuestión no es aborto sí o aborto no, sino aborto legal o aborto ilegal.
Pero igualmente es de reconocer el avance que han tenido los miembros de la jerarquía eclesiástica que hoy afirman con total libertad ‘que todo hombre es importante, que no hay sobrantes en la Argentina. Que la dignidad de todo ser humano ha de ser respetada desde su concepción hasta su muerte natural’, cuando años atrás confesaron a genocidas, bendijeron armas dispuestas para aniquilar adversarios y fueron cómplices del mayor exterminio de la historia política argentina reciente.
En el tema del aborto la Iglesia Católica tiene razón. La opción es sencilla se está por la vida o por la muerte.
Y la única posibilidad de tratar los problemas sanitarios es en un sistema estatal, gratuito y seguro, y esto se garantiza de una sola manera, sancionando la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Publicado en MDZOL, Mendoza.
https://www.mdzol.com/opinion/804326-en-el-tema-del-aborto-la-iglesia-catolica-tiene-razon/
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