Decía Carlitos Balá en un viejo sketch que el movimiento se demuestra andando, en una forma de acercar a los niños el concepto peronista de ‘mejor que decir es hacer’, y a quienes nos formamos en tiempos de dictadura, con poca televisión y programas censurados, estos mensajes pretendieron educarnos. Es aquella vieja idea de hacer lo que se dice, de ser coherentes entre el decir y el hacer.
Pese a que con la llegada al gobierno de Mauricio Macri una nueva generación accedió a puestos de gobierno de relevancia, parece ser que no tuvieron la misma formación que tuve yo a finales de la década del 70 o, peor aún, no tienen intención alguna en mantener una coherencia entre sus palabras y sus acciones.
Y esto se puede ver en muchas de las acciones que van emprendiendo desde su arribo a la función pública, aunque hay casos en los que es grosera la diferencia entre lo que se prometió y lo que efectivamente se hace. Quizás uno de los casos más notorios es el que se dio en torno a la Causa Judicial 5197/07, que se instruyó contra Guillermo Moreno y diversos funcionarios del Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC) sobre violación de secretos y otros delitos.
Al momento de sobreseer a los acusados ‘dejando expresa mención que la formación del presente sumario y los que corren por cuerda, en nada afectan el buen nombre y honor del que gozaren’, el juez Rodolfo Canicoba Corral expresa que el proceder en el INDEC es materia no judiciable por tratarse de una cuestión política, pero hace mención a una realidad que muchos venimos observando hace tiempo, cierta benevolencia de las autoridades actuales para no avanzar en demasía en las causas judiciales que se abrieron a sus antecesores.
Como aquel dicho al que recurren los creyentes de ‘dios aprieta pero no ahorca’, pareciera ser que el Ejecutivo pretendiera jugar al juego del gato y el ratón en el que por momentos se persigue a la presa arrinconándola, para luego dejarla escapar, y volver a perseguir en un juego sin fin. Así lo hizo saber el Juez al afirmar que ‘es el propio Poder Ejecutivo actual, que en otra época cuando sus integrantes estaban en la oposición cuestionaba la actuación de los funcionarios del INDEC o las políticas implementadas por los Secretarios de Estado o Ministros conforme seguramente los lineamientos bajados desde el poder presidencial, que viene ahora a negar la supuesta intervención de aquél Instituto y que los índices durante el período mencionado hayan sido manipulados fraudulentamente’. Dice Canicoba Corral que toca el momento de dejar correr al ratón, ¿será hasta la próxima campaña electoral?
Muchos no entendimos el por qué cuando Macri asumió no fue al tuétano para exponer claramente a la ciudadanía cuál era la situación del país y por qué no se obraba en consecuencia. Hubo quienes justificaron ese accionar a media máquina en que la herencia era de tal magnitud que hubiera sido sumamente complejo para la ciudadanía poder soportarlo, pero eso no es más que menospreciar a los propios ciudadanos, que sí pudieron asumir la realidad de haber mirado para el costado durante los atroces delitos de lesa humanidad perpetrados por los militares que usurparon el poder y quienes los antecedieron, bien podrían asumir el accionar mafioso que se denunciaba.
Pero la historia y el tiempo terminan por dar y quitar razones, y pese a que muchos no resistamos a caer en el discurso fácil y básico del ‘son todos iguales’, el accionar de quienes deben demostrar que no lo son no ayuda, porque en lugar de hacer las cosas de otra manera, lo que terminan haciendo es ser cómplices de lo que denuncian, lo cual nos deja dos posibilidades: ¿denunciaron algo que cuando cambiaron del lado del mostrador se dieron cuenta que se habían equivocado, lo cual debiera conducirlos a pedir disculpas por el haber fallado inicialmente?, o ¿denunciaron algo que cuando cambiaron del lado del mostrador se dieron cuenta que les podía ser útil para su propio accionar y eligieron ser cómplices de lo que entendían como un delito, habiéndose convertido automáticamente, en cómplices y delincuentes?
Es triste pero más de 80 años después de su estreno, tenemos que volver una y otra vez a Cambalache para explicar la realidad nacional. Decía allá por el 34 Enrique Santos Discépolo que ‘es lo mismo el que labura, noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura, o está fuera de la ley’, ya que estamos ‘en un mismo lodo todos manoseados’
Pero no todos somos lo mismo, y tenemos que dejarnos de unir por el espanto para pasar a unirnos por el amor a valores compartidos, a formas de actuar… después sí, podemos debatir política y políticas, pero sobre valores en común.
Las cosas son intrínsecamente buenas o malas, más allá de quien las haga. No están bien o mal según el cristal con que se miren.
Sólo entonces podremos construir otra sociedad, una en la que no sea ‘lo mismo ser derecho que traidor’, en donde el hacer las cosas bien sea un bien en sí mismo que como sociedad sepamos valorar.
Si no logramos dar ese salto de calidad, más que elegir gobernantes sólo estaremos decidiendo quién será el delincuente que será llamado Presidente.
Publicado en Diario La Reforma, General Pico.
http://www.diariolareforma.com.ar/2013/todos-manoseados/