122 años atrás, y como parte de su testamento político, Leandro Alem afirmaba que ‘He luchado de una manera indecible en estos últimos tiempos, pero mis fuerzas -tal vez gastadas ya-, han sido incapaces para detener la montaña…’, y muchas veces esta sensación invade a muchos, esta sensación me invade.
Cuesta entender por qué hay tanta inacción en los gobernantes, oficialistas y opositores, ejecutivos y deliberativos, por qué hay tanta complicidad en impedir que las cosas cambien, en provocar que las cosas estén un poco peor cada día.
Y si bien el grado de responsabilidad varía de acuerdo al cargo ocupado, esta situación es producto del accionar de todos. Todos saben que el Ejecutivo incumple todas las normativas, constitución, leyes y ordenanzas… pero nadie hace nada por impedirlo. Todos saben cuál es la función de los concejales… pero nadie hace nada por que la cumplan.
Se reproducen vistosos discursos en los que se señala con el dedo las falencias del otro pero no se arremangan para cambiar la realidad. Se acusan mutuamente, incluso de la comisión de delitos, y terminan negociando y transando con quien hasta hace poco tiempo era poco menos que la encarnación del mal.
La política es negociación, así que no nos asombraremos de eso, y en toda transacción uno da y recibe algo, así que lo que mal se llama toma y daca no son más que herramientas políticas, el problema es cuando lo que se entrega son principios, son valores, cuando como producto de acuerdos políticos se arrían banderas… aquellos que Luis Eduardo Aute nos decía ‘Míralos, como reptiles al acecho de la presa, negociando en cada mesa ideologías de ocasión…’.
Porque no son más que eso, reptiles al acecho del poder, pero no del poder como herramienta de transformación sino como un fin en sí mismo. Si no es muy difícil de entender por qué no se avanza en cambios concretos para procurar hacer las cosas de otra manera. Por qué se acuerda con aquellos a los que se denuncia que infringen la ley. Por qué se siguen sentando junto a quienes ‘dicen’ no compartir nada.
Hay momentos en que la montaña parece que se viene encima y es cuando más hay que sostenerse en pie. Han pasado más de dos años en que semana a semana hemos escrito columnas en El Debate, la mayoría de ellas poniendo el foco en una realidad local, y sin embargo en este tiempo ninguno de todos los temas tratados ha sido ‘levantado’ por los representantes del pueblo. ¿A qué se debe eso? ¿A qué no leen el diario? ¿A qué no les interesa lo que aquí se escribe? ¿A qué no les interesa modificar las cosas? ¿A qué son cómplices de lo que se denuncia?
¿No les interesa el estado de abandono de la ciudad? ¿No les interesa las veredas y calles destruidas? ¿No les interesa que se tenga que distribuir agua en bidones y acoplados en los barrios, con un presupuesto municipal de $ 1.629.000.000? ¿No les interesa que los vecinos no tengan medios de transporte en condiciones? ¿No les interesa que el Presidente del Concejo Deliberante ‘presione’ a empleados para actuar por fuera de lo que corresponde? ¿No les interesa que a quien denuncian siga siendo el Presidente del Concejo Deliberante… gracias a su voto? ¿No les interesa que se malgaste dinero en ‘circo’ cuando los zarateños tenemos otras prioridades? ¿No les interesa cumplir con la palabra empeñada y trabajar por cambiar las cosas en lugar de calentar una silla, ser más de lo mismo y pasar a cobrar a fin de mes?
El desinterés de nuestras autoridades no se agota en lo que se enuncia en el párrafo anterior, ni siquiera se enuncian los problemas más importantes que nos aquejan.
Decía Leandro Alem en ese mismo testamento que ‘Todavía puede hacerse mucho…’, por ello pese a todo, como dice Luis Eduardo Aute…
‘Reivindico el espejismo
De intentar ser uno mismo
Ese viaje hacia la nada
Que consiste en la certeza
De encontrar en tu mirada
La belleza…’
Publicado en El Debate, Zárate.
http://www.eldebate.com.ar/la-belleza/