Como si fuera un exégeta del Papa, el legislador porteño Gustavo Vera afirmó días atrás, previo al viaje del Presidente Macri a Ciudad del Vaticano, que ‘El Papa ayudará para que Macri pueda concluir su mandato’. ¿Qué sabe Vera, o según él, qué sabe el Papa sobre la posibilidad de la interrupción del mandato presidencial?
En un país laico que, como canta Luis Eduardo Aute, debe alejarse de ‘Biblias, Coranes y Talmudes’, es necesario que las autoridades eclesiástica dejen de participar en política como un actor más y se dediquen a su tarea específica que, en nuestro país, incluye el no hacer política.
Y como si fuera poco el rol de garante de la estabilidad del gobierno democrático, Vera le otorga al Sumo Pontífice la cualidad de consejero presidencial, puesto que según él ‘Hoy el Papa le está marcando el camino más correcto’ al Presidente.
Es necesario rechazar de manera clara, concreta y contundente este tipo de operaciones que pretenden establecer la agenda pública desde una corporación que, como cualquier corporación, tiene intereses particulares que no son los intereses del conjunto de la sociedad, máxime cuando muchos de sus empleados reciben fondos para su sostenimiento de las propias arcas del Estado.
La Constitución Nacional reconoce en su artículo 2 que ‘El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano’, pero en ningún caso se afirma que esta religión, u otra, sean la religión del Estado ni que Argentina sea un Estado confesional. No hay lugar a dudas, aunque periódicamente haya quienes pretendan sembrarlas, nuestro país es un Estado laico, y por tanto, debe actuar como tal.
Es inadmisible que una autoridad eclesiástica de una religión, por mayoritaria que ésta sea, pretenda establecer en pleno siglo XXI líneas de acción para el total de la población, y mucho menos hacerlo en un Estado que no profesa su religión. Y también es inadmisible que de una manera pretendidamente ingenua se afirme que el garante de la estabilidad política en nuestro país es la Iglesia Católica, ni su pasado ni su presente avalan dicha afirmación.
La Iglesia Católica en nuestro país es un factor de poder y, como tal, pretende ejercer parte del mismo, pero como dice el dicho popular, ‘zapatero a tus zapatos’ y que ejerza el poder eclesiástico en su ámbito y que procuren garantiza la estabilidad en su seno, que de Argentina nos encargamos los argentinos, no sólo los católicos.
Es necesario trazar esta línea divisoria de manera clara. Un Estado laico debe actuar de manera laica. Y eso debemos entenderlo y accionarlo los ciudadanos sin responsabilidad de gobierno y los ciudadanos gobernantes.
Nuestras acciones deben ser producto de la reflexión lógica y el pensamiento crítico, no de mandatos divinos ni mensajes bíblicos, quien quiera elegir ese camino para su accionar personal está en todo su derecho y debemos garantizar que pueda hacerlo en total libertad, pero también es fundamental garantizar la libertad de acción en la res pública. Como señalaba Juan Bautista Alberti, es fundamental ‘no poner trabas al derecho de cada uno de adorar a Dios como lo entienda’, pero la Constitución Nacional se funda en el derecho público universal, popular, de gobernarse el pueblo a sí mismo, según los principios del gobierno republicano, sin ninguna creencia obligatoria u oficial.
Así que Señor Vera, muchas gracias por su mensaje, pero guárdelo para compartir con otros feligreses en el ámbito privado de la Iglesia, y en el ámbito pública, ya que usted es legislador, proponga acciones para que los ciudadanos tengan cada día una mejor vida y hágalo, por supuesto, desde sus convicciones más íntimas y arraigadas, pero no pretenda que sus valores, sus creencias y sus líderes espirituales lo sean de toda la sociedad.
El Papa Francisco no es el garante para Mauricio Macri culmine su mandato presidencial, eso es tarea de todos los argentinos, la tarea del Papa es otra y, por favor, de esa no quiero ser parte.
Publicado en La Reforma, General Pico.
http://www.diariolareforma.com.ar/2013/zapatero-a-tus-zapatos/