Gran parte de la campaña electoral del Presidente Javier Milei se basó en sostener la necesidad de realizar un ajuste en pos de alcanzar el tan mentado equilibrio fiscal, el déficit cero. A contramano de lo que normalmente eran las campañas electorales de las fuerzas con posibilidades reales de acceder al gobierno, La Libertad Avanza militaba el ajuste, decía que iba a hacer lo que hizo, pero lo argumentaba afirmando que ‘esta vez el ajuste no lo pagará los argentinos de bien, esta vez lo paga la casta, la política’.
Como era de prever este discurso caló en una sociedad que veía como algunos pocos se beneficiaban del esfuerzo de unos muchos, y curiosamente el oficialismo cosechó gran parte de sus votos en los estratos menos favorecidos de la sociedad. De hecho el gobierno decía haber privilegiado a este sector para minimizar el impacto de las medidas gubernamentales, pero dato mata relato.
El pasado jueves se conocieron los índices de pobreza publicados por el INDEC y los datos son contundentes.
El 52,9% de los argentinos es pobre, es decir no le alcanzan sus ingresos para cubrir sus necesidades básicas.
El 18,1% de los argentinos, es indigente, es decir no le alcanzan sus ingresos para comer.
Este número impacta de por sí, pero mucho más si se lo contempla en términos evolutivos. Comparado con el semestre anterior, la pobreza aumentó 11,2 puntos porcentuales (p.p.) en tanto la indigencia lo hizo 6,2 p.p., aumentando ambos indicadores en todas las regiones. Toda Argentina es cada vez más pobre.
Y el futuro no es alentador. En Argentina la mayor cantidad de niños son pobres, dos tercios (66,1%) de las personas de 0 a 14 años forman parte de hogares bajo la línea de pobreza, y la mayor cantidad de pobres son niños, el porcentaje total de personas bajo la línea de pobreza para los grupos de 15 a 29 años es de 60,7% y 48,6%.
Son los peores indicadores en casi un cuarto de siglo, solo comparables con la caída de la convertibilidad en 2001, con la salvedad que en aquel entonces fueron los efectos de una crisis, hoy son las consecuencias de un plan económico, y no las consecuencias indeseadas. Como dijéramos hace unos días, ‘Nada de esto fue un error’.
Cabe entonces preguntarse, ¿el Presidente es un mentiroso o un inútil?
Prometió que en esta oportunidad el ajuste no lo pagarían los argentinos de bien sino ‘la política’ y la realidad es que la cuenta llega cada día a muchísimos argentinos. ¿Tantos son la casta? ¿Tan pocos argentinos de bien hay? ¿Sus anuncios de campaña fueron una mentira para ganar las elecciones o el Presidente no tenía ni la más remota idea de lo que decía cuando anunciaba que el ajuste no recaería en los más necesitados?
Argumentan, sin pruebas empíricas, que si no hubieran hecho lo que hicieron la realidad sería mucho peor. Cierto es que la realidad no era la panacea y que estos indicadores se explican, en parte, por la ‘herencia’, pero es indemostrable el saber qué hubiera pasado si…
Los argentinos estábamos al borde del abismo y, por decisión de la mayoría, dimos un paso al frente.
Pero no todos pierden en este ‘juego’, porque mientras todo esto ocurre el Presidente es entrevistado por una estrella de la televisión en la Casa de Gobierno y salen a saludar al balcón histórico de la Casa Rosada. Como cuando se juntaron a celebrar la firmeza presidencial de vetar el aumento a los jubilados… viven en una nube de pedos.
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información’.
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS