Días atrás el politólogo Andrés Malamud afirmó, en Seúl Radio, que la Unión Cívica Radical (él habló de Radicalismo) tiene dos almas, ‘una porteña progre y otra federal más conservadora’.
Quizás sea por mi ateísmo pero discrepo con la afirmación de Malamud, en mi opinión la cuestión es mucho más mundana y terrenal, es una cuestión de intereses, que en algunas oportunidades pueden ser concurrentes y en otros discrepantes.
Todos los afiliados de la Unión Cívica Radical coinciden en que un interés en común es participar agrupados en la negociación pre electoral y la concurrencia electoral, puesto que eso lo posiciona en un mejor lugar para obtener mejores dividendos del acuerdo.
También coinciden en que en su ingreso en los órganos deliberativos es más provechoso presentarse en conjunto a fin de conseguir mejores cuotas de poder… pero hasta allí llegan las coincidencias, porque ni siquiera hay un proyecto en común pese a que todos afirmen lo contrario.
La realidad es que el único eje articulador es la posibilidad de acceder a cuotas de poder… o a mantener la quintita, según se vea.
Hace ya bastante tiempo que el Radicalismo dejó de ser radical y de proponerle a la ciudadanía una propuesta global. De acuerdo a quien sea el dirigente que hable, que cada vez dirigen menos gente, habrá una propuesta diferente. Pero no en cuanto a formas, preocupantemente en cuanto al fondo.
Una vez alcanzados estos intereses compartidos, cada representante busca garantizar la satisfacción de sus propios intereses, porque lo único que los agrupa es la posibilidad de tener una mejor plataforma para la consecución de sus propios intereses. Mientras la concurrencia sea productiva, se va ‘juntos a la par’ al decir del Carpo, cuando se obtiene mejores dividendos actuando de manera ‘inorgánica’ si te he visto no me acuerdo. Ya lo hemos visto por doquier.
Porque no hay organicidad partidaria alguna, es una mera entelequia que no tiene plasmación empírica. Recientemente se anunció que el Tribunal de Conducta partidario iba a evaluar la expulsión de los legisladores que no siguieron el mandato del Partido, que por cierto nunca se discutió orgánicamente pretendiendo marcar un hito moral… pero se trata del mismo organismo que tiempo atrás expulso a Julio Cobos, quien cuando fue útil a los ‘intereses partidarios’ fue readmitido en el Partido y hoy forma parte del bloque de Diputados Nacionales del Partido.
El problema en última instancia se trata de poder diferenciar al Radicalismo de la Unión Cívica Radical. Tomando una frase prestada podemos decir que algunos afiliados partidarios practican radicalismo, pero no todos son radicales. En contraposición, hay quienes son radicales y no son afiliados a la Unión Cívica Radical, porque como dijera mi abuelo, ‘yo soy radical, los que no son radicales son ellos’.
Y cuando hay dudas lo bueno es volver a las bases, a Moisés Lebensohn, quien dijera ‘el radicalismo no es una etiqueta que se coloca sobre un hombre como sobre un frasco en una droguería. Es un contenido. Quien no alienta pasión de justicia y a su influjo gobierna su vida, no es radical por más que así se titule y por alta que sea su ubicación en el escalafón partidario, es una forma de conducta y un estilo de vida.’, porque el radicalismo se practica, no se proclama.
Pero volviendo al planteo de Malamud si lo tomáramos por válido, hay muchos que, como predijeran Los Simpsons, vendieron su alma…
Hay que volver a empezar, hay que volver a Leandro Alem, hay que ser radicales en contra de los acuerdos, hay que ser radicales intransigentes… y recuperar las ideas que son la razón de ser del Radicalismo aunque estas no se condigan con las de la actual Unión Cívica Radical.
No son radicales quienes votaron en favor del veto presidencial pero tampoco son radicales muchos de quienes lo rechazaron, y como muestra basta ver que el actual presidente del Partido Martín Lousteau no fue parte del bloque parlamentario de la UCR hasta pocos días antes de asumir la presidencia partidaria. Porque hubo que esperar a que los intereses del Partido y de Lousteau fueran concurrentes… y eso no siempre pasó.
¿Cabe entonces preguntarse qué es ser radical? Lo especifica la profesión de fe doctrinaria partidaria, ‘la UNIÓN CÍVICA RADICAL no es un simple partido, no es una parcialidad que lucha en su beneficio, ni una composición de lugar para tomar asiento en los gobiernos, sino el mandato patriótico de nuestra nativa solidaridad nacional, y la intransigencia con que debe ser cumplido el sentimiento radical indeclinable de la dignidad cívica argentina.’, aunque muchos parecen desconocerla y otros muchos ignorarla.
Quizás muchos debieran releerla, porque de radicales no tienen nada… y ni siquiera practican radicalismo.
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información’.
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS
3 comentarios
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