A principios de la década del ’50 del siglo pasado Enrique Santos Discépolo protagonizaba un micro radial que se titulaba ‘¿A mí me la vas a contar?’ desde el que criticaba a quienes no compartían su pensamiento peronista y procuraba convencer a través del principal medio de comunicación de la época de las bonanzas del régimen.
Su último programa, poco más de un mes antes de morir lo leyó el 10 de noviembre de 1951, un día antes de las elecciones que concluyeron con el triunfo de la fórmula Perón-Quijano. En él, Discépolo dijo, entre otras cosas, ‘La verdad: yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón, la milagrosa. Ellos nacieron como una reacción a los malos gobiernos. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado de un largo camino de miseria. […] Sí, yo sé que te fastidia que te lo recuerde. Es claro, pero vamos a terminarla de una vez. Porque yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. Los trajo la injusticia que presidía el país. Porque a fuerza de hacer un estilo de tanto desmán, terminó por parecerte correcto lo más infame. Claro, a vos no te alcanzaba esa injusticia. […] no hubieras formado nunca más parte de ese partido que integrás por amor propio y quizá por ignorancia de tantos hechos delictuosos que son los que empezaron a preparar la llegada de Perón y Eva Perón. En un país milagroso de rico, arriba y abajo del suelo, la gente muerta de hambre. […] La nuestra es una historia de civismo llena de desilusiones. Cualquiera fuese el color político que nos gobernó, siempre la vimos negra. Aspiramos a gozar y al final nos gozaron. ¡Todos! ¡Siempre! Una curiosa adoración, la que vos sentís por los pajarones, hizo que el país retrocediese cien años. Porque vos tenés la mística de los pajarones y practicás su culto como una religión. Cuanto más pajarón él, más torpe y más crédulo vos. Te gusta oír hablar a la gente que no le entendés nada, la que te habla claro te parece vulgar. Yo también entré como vos y, ¿por qué no confesarlo?, me sentía más conmovido frente a un pajarón que frente a un hombre de talento. El pajarón tiene presencia, tiene historia larga, la que casi siempre empieza con un tatarabuelo que era pirata. Yo también me sentía dominado por los pajarones cuando era chico. Ahora ¡No! Cuando era chico, sí. ¡Pero no ahora Mordisquito! Salvate de los pajarones. El fracaso -por no decir la infamia- de los pajarones fue lo que trajo como una defensa a Perón y Eva Perón. Pero no fui yo quien los inventó. A Perón lo trajo el fraude, la injusticia y el dolor de un pueblo que ahogaba de harina blanca y una vez tuvo que inventar un pan radical de harina negra para no morirse de hambre. Tampoco te lo acordabas. ¡Ay, Mordisquito, que desmemoriado te vuelve el amor propio!’
Y si nos apropiáramos del texto de Discépolo y colocáramos Javier Milei donde dice Perón o Eva Perón, ¿habría diferencias? Porque para ser justos todos debemos hacernos cargo de nuestra cuota parte. Javier Milei surge como respuesta a lo que hicimos, y lo que no hicimos, durante los últimos 40 años.
Este año celebramos los primeros 40 años de democracia y muchos dicen, realidad con la que no coincidimos, que la democracia no le dio nada a los argentinos. Estoy convencido que la democracia nos dio mucho, al punto tal que nos dio la posibilidad del surgimiento de un Javier Milei. Pero su aparición no es solo consecuencia de la democracia sino también, y fundamentalmente, de lo que hicieron los gobernantes en estos 40 años.
Y lo que hicieron los gobernantes no satisfizo a los argentinos, y no lo hizo porque 4 de cada 10 argentinos viven por debajo de la línea de la pobreza, porque el horizonte que se ve es peor aún, y fundamentalmente porque, en general, quienes son parte del problema no son parte de la solución. Y el problema en el que se encuentra Argentina es responsabilidad de todos quienes gobernaron.
Está claro que ‘la década ganada’ no fue para los argentinos, fue para unos pocos, esos que nos dicen que hay que hacer lo que ellos no hacen, y que los resultados favorecieron a unos pocos, y entonces, ¿por qué Milei no?
Lo decía Discépolo hace más de 70 años, ‘Cualquiera fuese el color político que nos gobernó, siempre la vimos negra. Aspiramos a gozar y al final nos gozaron. ¡Todos! ¡Siempre!’ ¿Por qué entonces no probar otra cosa?
Yo soy parte de una mínima minoría del país que tiene trabajo y no es pobre. Que come todos los días, y elige lo que come. Que abre una canilla y sale agua potable para beber y caliente para bañarse. Que se puede calefaccionar en invierno y refrigerar en verano. Y estas cosas que parecen tan básicas son patrimonio de una mínima minoría.
¿Por qué entonces no entender que las mayorías voten a Milei? Si quienes prometieron el oro y el moro al oro se lo robaron todo, ¿por qué no entender que quieran cambiar?
Yo puedo preocuparme por otras cosas porque ciertas cuestiones las tengo garantizadas, soy un privilegiado por gozar de derechos que debieran ser para todos indiscutiblemente, pero hoy en Argentina se discute si todos pueden tener cuatro comidas diarias todos los días. Entonces, ¿cómo no entender que quien no las tiene, producto del accionar de los gobernantes de los últimos 40 años, no busquen otro camino?
¿Por qué Milei no? Yo tengo razones de por qué Milei no, porque no comparto sus propuestas, porque conozco la historia argentina de cuando se aplicaron políticas similares y las consecuencias que aún padecemos, porque estoy convencido que el camino tiene que ser otro. Porque también conozco la historia de Milei y no olvido. Pero hay muchos que no pueden ver otro camino o creen que este es el mejor camino, o peor aún, están convencidos que es el único camino posible.
Si después de 40 años, en términos económicos, que es como la mayoría de la sociedad elige medir sus éxitos y fracasos, hay muchos que viven igual o peor que 40 años atrás, ¿por qué no cambiar quienes deciden los destinos del país? Si quienes gobernaron el país nos llevaron adonde estamos, y el lugar donde estamos no nos gusta, ¿por qué no intentar cambiar el lugar en el que estamos?
Durante muchos años hemos criticado a quienes se quejaban de su situación y no hacían nada por cambiar, lo hicieron, aunque el cambio no nos guste. El cuestionamiento debiera ser, entonces, por qué no logramos generar una herramienta de cambio que concite el apoyo de las supuestas mayorías. Tenemos que atacar las causas, no enojarnos con sus consecuencias.
Tenemos que hacer una autocrítica con nuestro propio accionar. Nosotros, algunos por acción y otros por omisión, somos responsables del surgimiento de Javier Milei.
Si realmente creemos que nos molesta que haya opciones políticas como Milei y sus propuestas, hay que trabajar para que no haya razones para que surjan alternativas como las que encarna Javier Milei, y si las hay, en definitiva siempre las hubo, que no sean mayoritarias.
Parafraseando a Discépolo, 72 años después de su alocución radial, bien podríamos decir ‘‘La verdad: yo no lo inventé a Milei. Ellos nacieron como una reacción a los malos gobiernos. Yo no lo inventé a Milei ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado de un largo camino de miseria. […] Sí, yo sé que te fastidia que te lo recuerde. Es claro, pero vamos a terminarla de una vez. Porque yo no lo inventé a Milei. Los trajo la injusticia que presidía el país. Porque a fuerza de hacer un estilo de tanto desmán, terminó por parecerte correcto lo más infame. Claro, a vos no te alcanzaba esa injusticia. […] no hubieras formado nunca más parte de ese partido que integrás por amor propio y quizá por ignorancia de tantos hechos delictuosos que son los que empezaron a preparar la llegada de Milei. En un país milagroso de rico, arriba y abajo del suelo, la gente muerta de hambre. […] La nuestra es una historia de civismo llena de desilusiones. Cualquiera fuese el color político que nos gobernó, siempre la vimos negra. Aspiramos a gozar y al final nos gozaron. ¡Todos! ¡Siempre! Una curiosa adoración, la que vos sentís por los pajarones, hizo que el país retrocediese cien años. Porque vos tenés la mística de los pajarones y practicás su culto como una religión. Cuanto más pajarón él, más torpe y más crédulo vos. Te gusta oír hablar a la gente que no le entendés nada, la que te habla claro te parece vulgar. Yo también entré como vos y, ¿por qué no confesarlo?, me sentía más conmovido frente a un pajarón que frente a un hombre de talento. El pajarón tiene presencia, tiene historia larga, la que casi siempre empieza con un tatarabuelo que era pirata. Yo también me sentía dominado por los pajarones cuando era chico. Ahora ¡No! Cuando era chico, sí. ¡Pero no ahora Mordisquito! Salvate de los pajarones. El fracaso -por no decir la infamia- de los pajarones fue lo que trajo como una defensa a Milei. Pero no fui yo quien los inventó. A Milei lo trajo el fraude, la injusticia y el dolor de un pueblo que ahogaba de harina blanca y una vez tuvo que inventar un pan radical de harina negra para no morirse de hambre. Tampoco te lo acordabas. ¡Ay, Mordisquito, que desmemoriado te vuelve el amor propio!’
Javier Milei, como Juan Perón ,72 años después.
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror.’
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS
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Hola Eduardo, como buen radical no desentonàs con tus ex correligionarios peronistas de la «B». Los peronistas no hablan de Peròn y Eva como recuerdan, hablan y los admiran los radicales. En tres de los periodistas radicales de Zàrate -Sellàn, Matta, y vos- hay màs de citas-recuerdos peronistas que en los comunicados del P.J. ¿Quièn es para los jòvenes y los no tanto Enrique Santos Discèpolo?, tal vez tuvo la suerte de morirse antes de comer el pan negro peronista que achaca sòlo a los radicales. ¿¡ A mì me la vas a contar Discèpolo?!. Eduardo, no votè ni creo que vaya a votar a Milei pero no me espanta nada de lo que està pasando y me gustan estos reacomodamientos ,estremecimientos, convulsiones, sacudimientos todavìa leves de la sociedad en la bùsqueda de algo mejor que lo que hay…y ojalà los radicales- peronistas de la «B» y los izquierdistas- peronistas de la «»C» recapaciten sobre la historia y sobre el mejor posible futuro.