Días atrás la marca insignia de la principal empresa láctea argentina, La Serenísima y Mastellone Hermanos S. A. (MHSA) respectivamente, realizó el relanzamiento de su línea de leches fluidas, incoporando dos nuevas variedades a su portfolio histórico de leche entera y leche descremada, sumándole las opciones de menor tenor graso y sin calorías (www.laserenisima.com.ar/leches3210).
Paralelamente, dejó de encontrarse en las góndolas de los supermercados los sachets de La Armonía, que también es producida por MHSA, lo cual tiene lógica económico empresarial, puesto que un litro de la leche entera 3% se vende a $43 el litro y la de la segunda marca de Mastellone, a $25,47 la misma cantidad. Mientras tanto, los tamberos están cobrando $ 10,45 más IVA el litro de leche.
Ante esta realidad, tanto la agrupación Barrios de Pie como el legislador de la Coalición Cívica Hernán Reyes denunciaron a la empresa por el desabastecimiento que, en su entender, era deliberado para volcar el consumo hacia los productos más caros.
Para Barrios de Pie ‘La firma Mastellone Hermanos S.A viene ejecutando acciones tendientes a influir unilateralmente en la formación de precios, así como también a restringir el abastecimiento o demanda en el mercado de sus productos de leche láctea’, en tanto que Reyes afirmó en su carta a Defensa de la Competencia que ‘Mastellone retiró del mercado la leche de su segunda marca, La Armonía, porque no tiene competencia. Esto es claramente un abuso de posición dominante: por un lado retira del mercado La Armonía y por el otro lanza una nueva línea del mismo producto (La Serenísima) a un precio que duplica a su segunda marca’.
Ante esta realidad, que no es más que una muestra de lo que ocurre con la mayoría de las empresas que en una escalada de precios descomunal buscan maximizar sus ganancias incluso a partir del incumplimientos de acuerdos preestablecidos, el gobierno dio un golpe de timón en su política económica apelando a recetas de las que siempre abjuró y para las que indudablemente no tiene herramientas para garantizar su implementación, puesto que no tiene infraestructura, ni funcionarios, ni vocación para sancionar a aquellas empresas que no cumplan con lo pactado.
Y esto, que podría tomarse como una mera opinión política frente a los anuncios, no es más que una evaluación objetiva ante hechos dados, y lo podemos ver analizando el mismo caso que mencionamos al inicio del artículo.
Para reemplazar la segunda marca de Mastellone, y mientras la empresa también desabastece a las cadenas de supermercados que, en su mayoría, le compran producciones de leche que se envasan bajo las marcas de los compradores, el gobierno anunció que la nueva leche que estará dentro del programa de precios cuidados será La Martona, a $35,80 el litro, a la que se presenta como ‘una marca histórica que hasta ahora no se encontraba’ cuyo productor es… Mastellone Hermanos S. A. Es decir, para combatir la escalada de precios y el desabastecimiento generado por Mastellone Hermanos S. A. se recurre a Mastellone Hermanos S. A.
¿Qué le hace creer al gobierno que Mastellone no actuará como Mastellone? ¿Por qué esta vez será diferente?
Y por si fuera poco, se nos presenta el programa como una herramienta para tener la libertad de elegir como consumidores, pudiendo optar entre diferentes opciones de diferentes precios.
Como dijera Raúl Alfonsín 36 años atrás, no es más que ‘la libertad de morirse de hambre, la libertad del zorro libre, en el gallinero libre, para comerse con absoluta libertad las gallinas libres’.
La política de control de precios no va a funcionar, pero no solo porque se carece de las herramientas imprescindibles para garantizar su implementación, la política de precios va a fracasar porque no se cree en lo que se está haciendo. Se recurrió a ella como si fuera una tabla de salvación en medio del naufragio, y mientras se sube al bote salvavidas se está más preocupado en ver qué se lleva consigo que en remar para poder salvarse.
El ejemplo de la leche es claro y duro.
Sabemos desde hace mucho la importancia que tienen los productos lácteos en la nutrición, al punto que por ejemplo el Presidente Salvador Allende afirmó, en un discurso en Guadalajara, que ‘Si acaso un niño los primeros 8 meses de su vida no recibe la proteína necesaria para su desarrollo corporal y cerebral, si ese niño no recibe esa proteína, se va a desarrollar en forma diferente al niño que pudo tenerla, y que lógicamente es casi siempre el hijo de un sector minoritario, de un sector poderoso económicamente. Si a ese niño que no recibió la proteína suficiente después de los ocho meses se la da, puede recuperar y normalizar el desarrollo’ y por ello implementó la política del medio litro de leche durante el gobierno de la Unidad Popular.
Si se creyera en ello, o al menos se creyera en lo que se anuncia, no queda en claro por qué no se apeló a las empresas más pequeñas, a las viejas usinas lácteas, para que en conjunto puedan garantizar el suministro de leche a menores costos. Si no tuvieran margen el Estado podría afrontar el diferencial para que pueda venderse a precios populares. Pero sin embargo el acuerdo es con la empresa líder, que no acuerda con su marca líder, que puede producir leche para ponerla en la góndola a $35,80, pero la terminaba ofreciendo a $43 ¿Por qué puede hacerlo ahora si antes no lo hizo? ¿Pierde dinero? No. ¿Pierde ganancia? Lo dudo. ¿Qué consigue a cambio? ¿Por qué se le puede dar algo a cambio a Mastellone y no a otras empresas más pequeñas?
El nuevo programa de control de precios, que aunque pretendan marketinizar su nombre no deja de ser un programa de control de precios. Deja algunas dudas y numerosas certezas, quizás las dos más importantes sean la incapacidad del gobierno ante la dificultad y la falta de consistencia en sus políticas, ejemplificada en el hacer lo que siempre se dijo que no se iba a hacer, y por otro lado la mala leche de los empresarios lácteos, los hermanos Mastellone.