El jueves 24 de noviembre se presentó ante 800 invitados, en el Teatro Colón de Bogotá, el Acuerdo definitivo alcanzado entre el Gobierno de Colombia y la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP).
Sin pretender analizar el contenido del mismo, del que por ahora sólo se tiene conocimiento a través de los medios de comunicación y las expresiones públicas de los intervinientes, sí es importante concitar nuestra atención respecto al método de refrendación que quienes firmaron el texto eligieron. A diferencia del Acuerdo anterior, que fue sometido a plebiscito y rechazado por la ciudadanía, esta vez se eligió la vía parlamentaria, que se estima se concretará en el transcurso de la próxima semana.
Este cambio no es menor, puesto que la elite política colombiana apoya mayoritariamente este acuerdo y está garantizada su aprobación en términos legislativos, ahora bien, quedará por delante la implementación del mismo, y allí no bastará con la fuerza de la ley sino que deberá ser internalizado en términos culturales por la ciudadanía, la misma que dos meses atrás rechazó el acuerdo anterior, ya sea por no haber participado del proceso electoral o por haberlo rechazado en las urnas.
Incluso hay sectores que parlamentarios de la oposición que siguen rechazando el acuerdo y así lo plantearán en el debate parlamentario, puesto que a su entender la aprobación requería de un nuevo plebiscito, pero el propio Presidente Santos rechazó esta alternativa al afirmar que ‘Había comenzado a desmoronarse el cese al fuego por cuenta de la incertidumbre sobre el futuro. No podíamos dilatar un minuto más la implementación’ y no quería correr el riesgo de volver a perder en las urnas lo que había ganado en la mesa de negociación. Aunque ésta era una posibilidad bastante remota tal como lo demostraron las manifestaciones masivas en donde enormes porciones de la población se pronunció en apoyo a la paz tras el plebiscito pasado… pero como dice el refrán popular, el que se quema con leche, ve la vaca y llora.
Y esta cuestión será tan compleja como haber alcanzado la paz, puesto que la sociedad colombiana se encuentra muy dividida. Los jóvenes, que menos han sufrido las secuelas del conflicto armado, son más proclives al apoyo, en tanto que los sectores etarios más longevos se inclinan por el rechazo, puesto que tras haber sufrido las consecuencias de la guerra no quieren ver todo resumido a un papel firmado. Similar situación se vive en términos geográficos, dónde las zonas más golpeadas rechazaron el 2 de octubre el Acuerdo Final y aún se oponen a este nuevo Acuerdo Definitivo, mientras que los sectores que vivieron la guerra de manera más tangencial son más proclives a acordar.
Queda una tarea ardua y difícil por delante, aunque en esta tarea no están solos el Gobierno y las FARC-EP, el apoyo internacional es unánime sobre los pasos que están dando y no se limita tan sólo a esta etapa sino que continuará en la implementación concreta de lo acordado, que es por donde pasa la clave de la efectividad y eficiencia de las coincidencias alcanzadas.
Publicado en Diario La Reforma, General Pico.
http://www.diariolareforma.com.ar/2013/el-que-se-quema-con-leche-ve-la-vaca-y-llora/