El 3 de abril de 2003 el entonces candidato presidencial venezolano Nicolás Maduro contó que estando en una capilla católica ‘de repente entró un pajarito, chiquitico, y me dio tres vueltas acá arriba’ de su cabeza y completó diciendo que “Lo sentí ahí como dándonos una bendición, diciéndonos: hoy arranca la batalla. Vayan a la victoria. Tienen nuestra bendiciones”, en relación a que el pajarito encarnaba el espíritu del Comandante Hugo Chávez.
Pasó el tiempo y la situación venezolana también se modificó, y el apoyo inicial con el que contó Maduro comenzó a diluirse y la oposición comenzó a ganar fuerza y triunfó en las últimas elecciones legislativas.
Días atrás la Asamblea Nacional venezolana, dominada por la oposición, resolvió “declarar la ruptura del orden constitucional y la existencia de un golpe de estado cometido por el régimen de Nicolás Maduro en contra la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el pueblo de Venezuela”, y “formalizar la denuncia ante la Corte Penal Internacional y demás organizaciones que sean competentes, en contra de los (..) funcionarios responsables de la persecución política al pueblo de Venezuela”.
Como suele ocurrir de un tiempo a esta parte en ocasión de cada decisión de envergadura que se adopta en Venezuela, y esta vez no fue la excepción, la violencia se hizo presente y militantes partidarios del Ejecutivo violentaron los accesos de la Asamblea Nacional con el objetivo de impedir la realización de la sesión.
Mientras tanto, la sociedad venezolana se encuentra fracturada con simultáneas manifestaciones en favor de ambas posiciones, y el acuerdo entre las partes aparece lejano. A él apuesta la Iglesia Católica quien hizo un nuevo llamado a la negociación para encontrar una salida consensuada al conflicto. En ese sentido se pronunció esta institución tras la sorpresiva visita del Presidente Maduro al Vaticano, y según afirmara el Nuncio en Argentina Emil Paul Tscherrig, el mismo debe comenzar hoy en la Isla Margarita.
El país caribeño busca encontrar soluciones divinas a su incapacidad de lograr acuerdos terrenales. Durante años los propios venezolanos no lograron más que distanciamiento entre posiciones políticas antagónicas cuyas consecuencias las sufre la ciudadanía que, cada día que pasa ve como se agrava la situación socioeconómica, de seguridad, educativa.
Y con un agravante, Nicolás Maduro no es Hugo Chávez. El liderazgo del actual Presidente no logra concitar las adhesiones que obtenía el Comandante Chávez quien fue ratificado cada vez que se sometió al veredicto de las urnas. Hoy Maduro busca evitar, o al menos postergar, la realización del revocatorio, y la razón es clara. A diferencia de Chávez, Maduro no tiene el mismo respaldo electoral, y el triunfo en un revocatorio no está garantizado, pero hay un detalle no menor respecto al momento de realizar la citada elección. Si la misma se realiza antes del 10 de enero y triunfa la posición opositora, Venezuela debe convocar a elecciones presidenciales, si en cambio la misma situación se sucede con posterioridad a esta fecha, asume la primera magistratura el vicepresidente, y se especula que ante tal posibilidad quien ocuparía ese cargo fuera Diosdado Cabello.
La tensión sigue en aumento y pese a la Mesa de Diálogo, que parece configurarse más como una escenificación para justificar que las cosas se hacen y hay voluntad de diálogo, en realidad lo que se deja entrever es que ninguno de los sectores en pugna pretende acordar con su oponente sino imponerle su opinión, por lo que no se augura un final feliz a la propuesta celestial.
Los próximos días expondrán si Venezuela tuerce su historia reciente y logra establecer canales de diálogo entre Gobierno y oposición, los últimos acontecimientos y los discursos incendiarios a uno y otro lado no lo aventuran, tal vez no alcance con la ayuda eclesiástica y quizás la aparición de un nuevo pajarito ayude en la tarea.
Publicado en La Reforma, General Pico.
http://www.diariolareforma.com.ar/2013/venezuela-entre-curas-y-pajaritos/