¿Quién manda en el Concejo?

🎭 Una sesión preparatoria con sabor a guerra fría y olor a chanchullo

El próximo viernes se viene una de esas citas que a algunos concejales les quita el sueño y a otros les hace revisar obsesivamente el teléfono: la sesión preparatoria del Concejo Deliberante. La negociación en su máxima expresión, el arte del acuerdo (o mejor dicho, de ‘te doy esto si vos me das aquello’) en toda su gloria. Y es que se definirá quiénes serán las autoridades del Concejo en el próximo período legislativo.

La verdad es que no se trata exactamente de poder real -aunque en un Concejo tan dividido como el actual podría tener más influencia que en los últimos tiempos-, sino más bien de poder simbólico, de encabezar uno de los dos Departamentos en los que se divide el gobierno local. Sí, ese poder de aparecer primero en las placas de los noticieros, de sentarse en la cabecera, de manejar los tiempos del recinto. No es poco, aunque tampoco cambia la vida del vecino de a pie.

📊 El panorama: más turbio que el Paraná después de una sudestada

El panorama está claro como lodo. Y es que no hay un presidente que arrase con las miradas, que tenga el consenso cantado desde antes de entrar al recinto.

Walter Unrein, quien pretende ser reelecto, hizo una gestión al frente del Concejo Deliberante que, siendo generosos, podríamos calificar de mediocre. Plagada de errores, con decisiones que se rozan con lo ilegal, y llevando el oscurantismo que caracteriza al gobierno local a límites que parecían inimaginables. ¿Un ejemplo? Impedir que Viviana Nazábal asumiera como concejal. No una vez, sino en dos oportunidades. Como si la voluntad popular fuera un trámite menor, una sugerencia que puede ignorarse cuando conviene.

Pero acá viene lo interesante: con el accionar sumiso y genuflexo que Nazábal demostró en la sesión en la que finalmente le tocó participar, ese voto perdió todo su valor rebelde y se lo cuenta directamente como oficialista. Aún así, a Matzkin no le alcanza para imponer su candidato. Hoy por hoy, Unrein no tiene garantizado seguir al frente del Concejo Deliberante. Y eso, en política zarateña, es como jugar al póker sin saber qué cartas tenés.

🎯 Los votos bisagra: el Santo Grial de la rosca

Lo que hay entonces es un rompecabezas donde dos piezas se han convertido en el objeto de deseo de todos: Alejandra Berni y Lautaro Fenestraz. Son los ‘votos bisagra’, los ‘indecisos del reality’, esos que de repente reciben llamados a toda hora, invitaciones para ‘charlar’ (sí, entre comillas bien grandes), y promesas que, si se pusieran por escrito, harían sonrojar al más pintado.

Imaginemos el tablero: si Fuerza Patria logra consolidar un candidato único, alcanza los 9 ediles. Los mismos que tiene la entente de La Libertad Avanza. En ese contexto, ambos sectores necesitan de, al menos, un voto más. Pero la matemática política es caprichosa: el número mágico es el voto 11, ya no el 10. ¿Por qué? Porque en una situación de empate a 10, sería ilógico -y hasta obsceno- que el titular de la sesión preparatoria decida quién preside el Concejo Deliberante, cargo que por cierto corresponde a Fuerza Patria por haber triunfado en la última elección.

🔄 La ironía del destino: Matzkin haciendo lo mismo que Cáffaro

Y acá es donde la historia se pone sabrosa, donde el guión parece escrito por alguien con sentido del humor negro. Resulta que hoy el oficialismo procura actuar en el sentido exactamente opuesto al de 4 años atrás. ¿Se acuerdan? En diciembre de 2021, en una maniobra digna de las mejores traiciones shakesperianas, por orden de Cáffaro le arrebataron la Presidencia del Cuerpo a Juntos por el Cambio, que era la fuerza que correspondía.

La historia es ya un clásico de la política zarateña: la concejal Lorena Bustos, de la UCR electa por Juntos, primero se ausentó de la sesión y luego se propuso para presidir el Concejo. Al momento de votar se abstuvo. Así, regalada como estaba, permitió que el oficialismo caffarista se quedara con la presidencia a través de Aldo Morino. Una traición tan descarada que hasta hoy genera urticaria en la UCR local.

Ahora, cuatro años después, ¿cuál será la orden de Matzkin en esta oportunidad? ¿Buscará la revancha? ¿Intentará una opereta similar pero al revés? ¿O se pondrá la camiseta de la institucionalidad y respetará lo que corresponde por ley? La pregunta flota en el aire zarateño como el olor a asado los domingos.

🤔 Los escenarios posibles: del toma y daca al tapado mágico

Las preguntas son todas incómodas y ninguna tiene respuesta clara:

¿Habrá un toma y daca clásico en el cual se repartan los principales cargos, como hizo el oficialismo de Marcelo Matzkin dos años atrás? Vos me das la Presidencia, yo te doy la Vicepresidencia y las comisiones jugosas. El viejo y querido ‘todos contentos, todos cobrando’.

¿Será el punto de partida de la construcción de un polo de poder alternativo? Algo así como un tercer espacio que se abre paso entre los dos bloques grandes, capitalizando el descontento y armando su propia rosca.

¿Forzarán la sesión para un horario en el que no puedan participar todos los concejales así el número mágico es menor? No sería la primera vez que en Zárate se juega con los reglamentos como si fueran chicle.

¿Surgirá la candidatura de algún tapado como mal menor? Ese perfil gris, sin brillo pero funcional, que a nadie entusiasma pero que tampoco genera rechazo. El candidato del ‘bueno, si no queda otra’.

¿Será todo una puesta en escena y quienes son tan rivales en realidad no lo son tanto? Siempre queda la posibilidad de lanzar globos de humo para distraer y en realidad todo está acordado aunque pretendan hacer creer que hay una disputa en juego.

⚠️ Cuando la farsa deja de ser graciosa

Acá es donde la farsa deja de ser graciosa y se convierte en algo genuinamente preocupante. Porque una mayoría fabricada en la trastienda, cosida con hilos de oportunismo, atada con favores y promesas, sin un proyecto real que la sustente, es el peor de los males para cualquier democracia que se tome en serio.

Hacen ruido, se palmotean como focas amaestradas, se reparten cargos y prebendas, pero a la hora de legislar para el vecino, de pensar en políticas públicas que mejoren la vida de la gente, el silencio es sepulcral. Una mayoría así no gobierna: administra su propio botín. Legitima la idea de que la política es un juego de sillas musicales donde la música la ponen los de siempre, y el pueblo -ese ente abstracto al que todos mencionan pero pocos escuchan- es el que paga la orquesta.

🎬 El capítulo de una telenovela sin rating

El viernes no se definirá solo quién preside las sesiones, quién tiene el micrófono o quién se sienta en el sillón más cómodo. Se definirá si este Concejo empezará su período con un acto de genuina representación, con una distribución de poder que refleje mínimamente la voluntad popular, o si arrancará con el primer capítulo de una telenovela berreta donde los únicos perdedores son los que creen en la democracia de verdad, no en la de los acuerdos de pasillo y los dedos cruzados bajo la mesa.

Y mientras tanto, Zárate mira. O mejor dicho, Zárate debería mirar. Porque de estas cosas, de estos detalles que parecen menores, de estas repartijas que se disimulan con sonrisas y apretones de mano, sale después el Concejo que no sesiona, que no controla, que no legisla. El Concejo decorado que todos tenemos pero nadie pidió.

La sesión preparatoria será el viernes. Habrá que ver si trae sorpresas o si termina siendo más de lo mismo: un circo con las luces apagadas, donde todos hacen de cuenta que están trabajando para el vecino mientras en realidad están trabajando para ellos mismos.

En Zárate, como siempre, el show debe continuar. Aunque el público ya se haya ido del teatro.