El pasado fin de semana XXL, la Cooperativa Eléctrica decidió que sus 90 primaveras merecían festejarse con bombos y platillos. Con el auspicio nominal y económico de la Municipalidad de Zárate -porque, claro, siempre hay plata cuando hay torta- se organizó la versión deluxe del tradicional encuentro de food trucks. ‘A todo trapo’, como dirían en el hipódromo. Y vaya si fue ‘a todo trapo’.
La multitud llegó… y se fue 🍔🗑️
La realidad es que se congregó muchísima gente. Los medios locales no escatimaron adjetivos: “multitud de participantes”, decían con entusiasmo desbordante. Las fotos así lo atestiguan, claro. Miles de zarateños -y no tanto- se dieron cita en el Almacén Cultural para degustar desde hamburguesas gourmet hasta sushi fusión, todo servido en los infaltables envases descartables. Algunos reciclables, otros destinados a permanecer en el planeta más tiempo que nuestros tataranietos.
Pero acá viene el detalle que nadie –absolutamente nadie– pareció considerar en la planificación de esta celebración épica: donde hay alta concentración de personas, hay alta generación de residuos. Es una ecuación tan simple como la ley de gravedad, pero al parecer tan difícil de prever como el clima zarateño.
El lunes de la resaca ambiental 🤢
Así como el domingo en el cierre del evento hubo una multitud de participantes felices, los vecinos de la zona del Arsenal -esos que viven cerca del Almacén Cultural, epicentro de la movida- tuvieron durante gran parte del lunes una multitud de algo bastante menos festivo: basura. Mucha basura. Muchísima.
Y acá es donde la cosa se pone jugosa, o mejor dicho, pegajosa. Nadie previó que un evento excepcional requería de un accionar posterior excepcional. Ni el Municipio, ni la propia Cooperativa Eléctrica ni la concesionaria ENTRE se detuvieron a pensar: “Che, ¿y si después de que se vayan todos esto queda hecho un desastre?”. Spoiler: quedó hecho un desastre.
Nadie recogió la basura en todo el lunes. Lean de nuevo, despacio, saboreando la ironía: NA-DIE.
Recién en la noche se recogió.
El fin justifica los medios (y el desastre también) 🎯
Los vecinos debieron convivir con un evento masivo en un lugar que claramente no está preparado para ello durante tres días completos. Tres días de ruido, de movimiento, de aglomeración. Y como frutilla del postre -o mejor dicho, como el envase de la frutilla tirado en la vereda- el lunes les tocó convivir con la mugre.
Porque claro, el fin justifica los medios. La foto bonita, el titular pomposo, la palmadita en la espalda institucional. ¿El día después? ¿Las consecuencias? Ese es un problema de otros. De los vecinos, puntualmente. Esos que no eligieron ser anfitriones de semejante fiesta pero igual pagaron el precio.
Como siempre, las preguntas incómodas que nadie se hace 🤔
Si el Municipio tiene lugares donde poder realizar este tipo de encuentros, como por ejemplo el salón Negro de la Riestra -un predio pensado para eventos masivos, con espacio, con infraestructura-, ¿por qué diablos no utilizarlo para ello? Ah, claro, es que hay que preguntárselo a quienes toman las decisiones mientras miran para otro lado.
Si no querían que la Cooperativa ‘juegue de visitante’ -aunque todos sabemos que siempre juega de local en esta ciudad-, ¿por qué no prever un plan de contingencia para evitar imágenes como las que aquí compartimos? ¿Tan difícil era contratar algunos camiones extra? ¿Tan complejo resultaba pensar en cestos adicionales? ¿Tan utópico sonaba organizar una limpieza inmediata post-evento? Al fin de cuentas recaudaron millones a partir de los miles que cobraron a cada food truck… A propósito, ¿la factura era a Consumidor Final o a Responsable Inscripto?
El pasado fin de semana XXL, la Cooperativa Eléctrica decidió que sus 90 primaveras merecían festejarse con bombos y platillos. Con el auspicio nominal y económico de la Municipalidad de Zárate -porque, claro, siempre hay plata cuando hay torta- se organizó la versión deluxe del tradicional encuentro de food trucks. ‘A todo trapo’, como dirían en el hipódromo. Y vaya si fue ‘a todo trapo’.
La memoria selectiva de la comunicación oficial 
Infelizmente -palabra que últimamente se usa poco pero que aquí calza perfecto- quienes se apuraron a hablar de multitud de participantes olvidaron hablar de multitud de desperdicios. Qué curioso, ¿no? Los mismos que inundaron las redes sociales con fotos del evento en su apogeo, convenientemente se quedaron sin batería en el celular el lunes por la mañana y no publicaron las fotografías del lunes.
Infelizmente, quienes compartieron imágenes del encuentro en pleno éxtasis gastronómico, olvidaron compartir estas imágenes. Las de la cruda realidad post-festejo. Las del Arsenal convertido en basurero improvisado. Las de los vecinos esquivando envases de cartón, botellas plásticas y servilletas usadas.
Cultura sí, pero para todos (incluyendo la cultura de limpiar) 

Bienvenida sea la cultura, bienvenidos sean los encuentros de food trucks, las celebraciones comunitarias, todo lo que nos une y nos hace disfrutar. Pero -y es un “pero” del tamaño del Paraná- para todos. Para quienes los organizan, para quienes los auspician con fondos públicos, para quienes los financian, para los emprendedores locales que pusieron su esfuerzo, para los vecinos que bancan el quilombo, para quienes participan y la pasan bien y para los vecinos convidados de piedra.
Nadie puede disfrutar en desmedro de otros. Es una máxima tan básica como revolucionaria en estos tiempos donde parece que todo vale si la foto queda linda para Instagram.
La celebración duró tres días, pero la sensación de abandono entre los vecinos probablemente dure un poco más. Porque cuando el último food truck se fue, cuando las luces se apagaron y la música cesó, quedó la pregunta flotando en el aire zarateño: ¿A quién le importa el día después?
P.D.: El Punto Verde que no estaba donde debía 
Se te escapó la tortuga, Pastore. El famoso Punto Verde -ese concepto tan ecológico y fotogénico- no era en la Plaza de la Cooperativa, era en el Almacén Cultural de la Cooperativa. Un detalle menor, dirán algunos. Pero los detalles menores son los que revelan cuánto se pensó realmente en la logística de este evento “excepcional”.
Porque al final del día -o mejor dicho, al final del fin de semana XXL- quedó claro que hubo mucho marketing, mucha pompa, mucha celebración institucional, pero poca previsión y menos aún responsabilidad sobre las consecuencias.
Como siempre el fin justificó los medios, la fiesta fue un éxito rotundo según los comunicados oficiales, y los vecinos del Arsenal aprendieron una lección que nadie les pidió aprender: en Zárate, cuando hay que celebrar, se celebra en grande. Limpiar lo que queda es opcional. O mejor dicho, ya es problema de otros.
‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información’.
RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS
