En diciembre de 2016, y en respuesta a los cambios implementados en la política educacional peruana que buscaba sumar el enfoque de género a la instrucción de los niños, surgió en Lima un movimiento ciudadano que rechazaba este proyecto por entender que la postura oficial buscaba ‘homosexualizar al país, provocar desestabilidad en el núcleo familiar y volver a los individuos seres obedientes del gobierno’.
Este movimiento llegó con fuerza a nuestro país, Argentina, este año, tras el rechazo de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (LIVE) a mediados de año. Durante su debate, quienes se oponían a la LIVE y proponían que ‘salvemos las dos vidas’ afirmaban que esto se garantizaba con educación sexual, pero cuando se buscó la implementación efectiva de la Ley 26150 que establece un Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI), estos mismos militantes se oponen a ello ya que sólo 9 de las 24 provincias adhieren actualmente a esta ley. En realidad se oponen a todo porque lo que pretenden es que en lugar de guiarse la educación por valores laicos, pretenden que los valores que guíen la formación sean valores religiosos… y sustentan su posición en mentiras. El coordinador general de este sector Alejandro Geyer, por ejemplo, afirmó que quieren ‘que se enseñe cómo hacer el aborto en la clase’, lo cual es falso a todas luces, y que nadie con un coeficiente mayor que el de una ameba puede asumir como cierto.
La situación se agravó cuando a principios de septiembre pasado la Cámara de Diputados aprobó un dictamen de mayoría del proyecto que reforma la ley de ESI, eliminando la posibilidad de que cada establecimiento escolar adapte el contenido de la ESI al ideario de la institución y promoviendo la inclusión de temas vinculados a matrimonio igualitario y a la identidad de género. Al respecto se pronunció en los medios quien fungía como vocero del sector, Néstor Mercado, quien afirmó que ‘¿Por qué nuestros hijos tienen que aprender esa forma de comportarse? Cuando sean grandes les vamos a enseñar a respetar a los homosexuales, a las lesbianas. Pero en la escuela no. Con nuestros hijos en la temprana edad que no se metan. No queremos que lo agarren en el jardín de infantes y primaria y lo confundan’. O sea, la enseñanza vendrá de grandes, mientras tanto que discriminen, un argumento insostenible que solo puede venir de un intolerante que pretende imponer su pensamiento y sus creencias al resto de la sociedad.
Frente a esto mi elección es clara. Con mis hijos sí. Yo quiero que mis hijos reciban educación sexual desde el jardín de infantes, para que sepan qué está bien y qué no, qué es una demostración de afecto y qué un abuso, que conozcan su cuerpo, sus derechos.
Según un estudio de la Fundación Huésped, ‘Solo la mitad de los entrevistados indica conocer la existencia de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral. El conocimiento resulta más pronunciado en la Ciudad de Buenos Aires (55%), entre los de escuelas públicas (55%) y las laicas (52%).’ Evidentemente queda mucho por hacer.
Frente a quienes interrumpen una clase en un colegio afirmando ‘Vos sos mujer y yo soy hombre. Yo voy a vencer tu ley perversa que me somete a mí y a mi familia a que le tenga que decir a mis hijos que la sexualidad es un constructo social. No es un constructo social.’, en línea con los cuadernos de ESI quiero que mis hijos tengan conocimiento y cuidado de su propio cuerpo y el de los demás; que valoren las emociones y expresiones; que tengan la información básica sobre la dimensión biológica de la sexualidad; que reflexionen sobre las relaciones interpersonales; el fomento de valores y actitudes relacionados con el amor, la solidaridad, el respeto por la vida y la integridad de las personas; y ejerciten los derechos relacionados con la sexualidad; la construcción de normas de convivencia y las relaciones igualitarias entre varones y mujeres.
Porque como dijera la Lic. Mara Brawer, ex Subsecretaria de Equidad y Calidad Educativa, ‘Es preciso que los chicos y las chicas se formen en un juego de libre elección; que sean realmente capaces de discernir, de cuidarse, de cuidar al otro, para que conozcan y ejerzan sus derechos, sean soberanos de sus cuerpos, y para que, fundamentalmente, no se queden solos con su miedo, su incertidumbre, su curiosidad.’, por todo eso, con mis hijos sí.
Publicado en Diario 16, Madrid.
http://diario16.com/con-mis-hijos-si/
Publicado en Voz Ciudadana, Santiago.
https://www.vcchile.com/es/noticias/opinion/opinion-con-mis-hijos-si-por-una-educacion-sexual-desde-el-jardin-de-infantes/05/11/2018/30079.shtml