Esa parece ser la realidad, de acuerdo al Informe de la Situación Nacional de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), puesto que expone una realidad que año tras año se agudiza sin importar el color político de quien esté al frente del gobierno.
Efectivamente los 725 muertos contabilizados tras la asunción de Mauricio Macri en la Presidencia de la República ubican al período iniciado el 10 de diciembre de 2015 como el que más muertos generados por el accionar represivo estatal por día, en promedio, tiene, lo cual no hace más que consolidar un aumento que comenzó con Néstor Kirchner, se profundizó con Cristina Fernández y alcanzó su paroxismo con el gobierno de Cambiemos. En esto no hubo grieta, de hecho si es una continuación de la política previa y llevada a estadios no reconocidos, lo de Macri podría ser un caso de ultra kirchnerismo.
Desde su asunción hubo un promedio de 1,01 casos por día de muertos en manos de la represión estatal, que incluyen el accionar de las diferentes policías, los servicios penitenciarios, las fuerzas de seguridad, e incluyen casos de gatillo fácil, asesinato de detenidos o causas fraguadas, y si bien el número es un fuerte aumento frente a lo previo e impacta por su crudeza, cuando se abre el mismo la imagen cambia y mucho.
Según el informe en cuestión, durante el gobierno Macri hubo dos muertes en el marco de la represión de la protesta (y al respecto hay que poner entrecomillado ya que en este número que aporta la CORREPI uno de los enumerados es Santiago Maldonado, quien hasta el momento no murió como producto de la represión estatal), lo cual lo sitúa en menos de la mitad del índice de muertos en la protesta social del Gobierno de Cristina Fernández, puesto que en estos ocho años de gobierno peronista hubo 20 muertos, lo que equivale a un promedio de 2,5 muertos por año.
Si queremos actuar de manera honesta, cuando se dice ‘Macri represor’, se debe decir ‘Cristina Fernández represora x 2,5’.
Y ante esta realidad se engrandece aún más la figura de Raúl Alfonsín, quien al asumir su Presidencia debió desmantelar el infernal aparato represivo montado por quienes habían usurpado el poder en 1976, pese a la reticencia interna para la autodepuración y las dificultades propias de ser el primer gobierno de la transición democrática tras más de 7 años y medio de dictadura. Gracias a una encomiable labor en su mandato acumuló la menor cantidad de casos de violencia estatal tras la instauración democrática.
Números como los del gobierno alfonsinista de 1 caso de violencia estatal cada más de 16 días, en promedio, resultan una quimera tras más una década de crecimiento sostenido, sobre todo considerando que en los tres mandatos de gobierno peronistas encabezados por el matrimonio Kirchner (12 años de gobierno sobre 34 de la nueva democracia) acumularon el 58% del total de los casos de violencia institucional del período democrático.
Pero sin embargo como dice el dicho ‘mal de muchos consuelo de tontos’ y el gobierno debe atender el alerta que la CORREPI señala en este tema acuciante para procurar modificar la realidad y poner de manifiesto que la grieta existe, y que a diferencia de sus inmediatos antecesores, este no es un gobierno represor.
Publicado en La Reforma, General Pico.
http://www.diariolareforma.com.ar/2013/la-grieta-no-existe/