Coautoras Julieta Romagnoli y María Emilia Romagnoli.
Muchos podrán colocar estas palabras que esgrimimos a continuación como sinónimos… “ambientalista” o “ecologista” sin embargo, si alguien se define como tal debe saber que los objetivos que se persiguen son diferentes.
La ecología busca la protección de las especies sin tener en cuenta el progreso del hombre, las ciencias ambientales centran su objetivo en el desarrollo sustentable… sutil, pero muy marcada diferencia… No es nuestro ánimo señalar quien está más acertado en sus metas, porque de hecho ambas son nobles y necesarias, aunque ADECUADAS para casos diferentes.
Por ejemplo, si ocurre un derrame de un barco sobre una costa de una isla desierta, será un problema ecológico dado que la presencia del hombre allí es nula y probablemente veríamos como organismos públicos y ONG’s asistirían a su recuperación tomándose medidas netamente proteccionistas de la flora y fauna del lugar.
Ahora…, quisiéramos poner, al menos en término de debate, de instalar una duda o interrogante en los lectores, si cada vez que se plantea un problema ambiental, es correcto o no, que sean exigidas acciones proteccionistas. Ejemplo de ello son los movimientos en contra de las papeleras y de las mineras.
Por supuesto ante eventos de contaminación evidentes y comprobados se hace urgente la aplicación de medidas drásticas y concretas. Pero más allá de estos casos, y como ocurre con todo fanatismo vemos declaraciones tales como “no a las papeleras”, “no a la minería”… como si tomándose la acción de cerrar estas industrias el problema estaría solucionado y no se verían para nada afectados los estilos de vida de los ciudadanos…
Pero siguiendo con el ejemplo… y tratando de ser consecuentes con el pensamiento del “NO A…”, nos preguntamos… ¿usamos sólo papel reciclado? ¿compramos este papel para colocar en la impresora o para tomar apuntes, para hacer facturas, remitos, el ticket de una compra, la tarjeta de cumpleaños de un ser amado…?
¿¿¿En contra de la minería??? Ajá… ¿y dejamos de comprar o usar automóviles? ¿No tenemos rejas, aberturas, no usamos hormigón ni contamos con griferías en nuestros domicilios? Si estás en contra de la explotación de litio, ¿dejás de usar tu celular por miedo a que se gaste la batería y tengas que comprar otra, con minerales extraídos de esa actividad?
No señores…!!!, seguimos consumiendo y seguimos haciendo uso de los beneficios del avance tecnológico, pero queremos que cierren y se prohíban las actividades que hicieron posible que hoy tengamos un techo, una movilidad, una forma de comunicarte, entre otras cosas….
Entonces, volvemos a instalar el debate… ¿¿¿será coherente pensar en que las industrias de bienes y servicios pueden existir, PERO adoptando tecnologías limpias, es decir, aplicando procesos que permitan efluentes (líquidos o gaseosos) dentro de los parámetros legales, haciendo una disposición adecuada de los residuos peligrosos y sobre todo… y… sin lugar para concesiones CON UN ESTRICTO CONTROL por parte del gobierno de turno para que dicha normativa sea cumplida a raja tabla…???
Como se imaginarán, la legislación cubre todos los aspectos necesarios para poder crecer en términos de desarrollo económico e industrial, sin afectar el progreso de las generaciones futuras… sólo hace falta HACER QUE SE CUMPLA…
Y en este punto nos enfrentamos a un intangible tal como la voluntad política, que nos sirve de parámetro para tomar conocimiento si esto es una real necesidad popular traducida en una normativa tal que garantice este reclamo popular, o si es apenas una actitud paternalista de ciertos políticos para ganar apoyos ante una situación dada.
En el primer caso, sería el fruto de un emergente de abajo hacia arriba en donde la sociedad civil presiona en favor del reconocimiento de una situación social dada y exige una legislación acorde con sus reclamos, en el segundo caso, si bien también hay un movimiento ascendente, el accionar es mayoritariamente de arriba hacia abajo, en donde ciertos dirigentes buscan aprovecharse del humor social para proponer soluciones maximalistas que no se quedan más que un mero anuncio.
Los argentinos conocemos ejemplos de ambos tipos. Y en nosotros está el exigir a nuestros representantes política y políticas que, como dice el dicho, garanticemos a nuestros hijos el ambiente que tomamos prestado de nuestros padres o, sin preocuparnos por estas cuestiones de fondo, nos detengamos tan sólo en las formas y creamos que la solución a un problema de esta índole se consigue cortando un puente internacional.
Como pocas veces, la decisión está en nuestras manos, lo que nosotros hagamos y exijamos determinará nuestro futuro… y el de nuestros hijos.
Publicado en La Reforma, General Pico.
www.diariolareforma.com.ar/2013/si-te-gusta-el-celu-controla-mejor-la-industria-minera/