Tiempo atrás, y por otro tema, decíamos que es necesario volver a llamar ‘las cosas por su nombre’, porque como desde hace más de cuarenta años nos canta y nos cuenta Joaquín Sabina es necesario ‘Recuperar de nuevo los nombres de las cosas | Llamarle pan al pan, vino, llamarle al vino | Al sobaco, sobaco, miserable al destino | Y al que mata llamarle de una vez asesino’.
Y es necesario volver a transitar la misma senda porque hay quienes parece que han perdido la suya y como en una ley de vida de algunos ‘socialistas’ empiezan a decir incoherencias. Entonces ya no merecen ser llamados socialistas puesto que no practican ni defienden ideas socialistas, a quienes hacen hijaputeces hay que llamarlos hijos de puta, porque estos cuervos de ingenuos no tienen nada.
Quizás sea fruto del paso del tiempo y el envejecimiento neuronal, quizás sea un comentario oportunista para posicionarse políticamente frente a los nuevos tiempos que se aventuran, o quizás tan solo sea el blanqueo de un pensamiento que se tiene desde hace un tiempo y que por conveniencia no se mostraba, en definitiva, quizás tan solo sea una nueva salida del closet. Por mi parte prefiero la ley de vida que defendía mi abuelo, esa de ‘si naciste incendiario, no te mueras bombero’.
Años atrás fue Felipe González quien afirmó que ‘el estado de sitio del Chile de Pinochet respetaba mucho más los derechos humanos que el paraíso de paz y prosperidad de Maduro’ en una comparación a todas luces fuera de lugar puesto que no se puede comparar, bajo ningún concepto, una dictadura con una democracia, aunque se crea que esta sea la peor democracia.
Pasaron tres años de estas declaraciones, que ya parecían haber quedado en el arcón de los recuerdos, cuando hoy nos desayunamos con declaraciones del histórico ladero de González, Alfonso Guerra, en la Cadena Ser. En ella Guerra afirmó, entre otras cosas que ‘Venezuela está sufriendo una dictadura, además incompetente, porque a veces las dictaduras liquidan la libertad de los pueblos pero al menos tienen eficacia en el terreno económico’.
Para cualquier demócrata, y entiendo que Guerra se considera como tal, es inconcebible el comparar una dictadura con una democracia, pero amén de esto el argumento es una falacia, a menos que se entienda que la eficacia en el terreno económico sea la implantación, a sangre y fuego para utilizar palabras de otro chileno, Pablo Neruda, o el enriquecimiento personal.
Y como si fuera poco ahondó Guerra, en referencia al gobierno venezolano, que ‘esto es una dictadura que además no sirve para nada’, porque evidentemente el señor Guerra cree que hay dictaduras inútiles y dictaduras útiles. En tren de confesiones, sería útil que nos contara cuáles entran bajo qué paraguas.
No vale la pena recordar lo nefasta que fue, en todo sentido, la dictadura chilena encabezada por Augusto Pinochet y de la que aún hoy a casi tres décadas de su finalización, el país sudamericano aún está pagando las consecuencias.
Solo queda hacerse una consulta respecto a los dichos de González y Guerra, ¿cómo evalúan la dictadura de Franco?… o ¿creerán también que eso no fue una dictadura?
Publicado en Diario 16, Madrid.