Días atrás la Corte Suprema falló en favor de retrotraer el aumento domiciliario de tarifas, en sentido contrario a lo que pretendía el Poder Ejecutivo. Esto, que en cualquier país con sistema republicano de gobierno no sería más que un ejemplo del contrapeso de poderes llama la atención en la Argentina.
Durante mucho tiempo estuvimos tan acostumbrados a que el Ejecutivo de turno presionara al Poder Judicial para la apertura o cierre de causas a gusto del funcionario de turno sin importar la justicia o no del hecho, que cuando la cosas funcionan como debe ser es un hecho anormal.
Esto no significa que la Justicia argentina sea perfecta y no sea necesaria su reforma y adecuación a la época que vivimos, de hecho es algo perentorio avanzar en ese sentido y gran parte de la Justicia debe ser reformada para poder garantizar independencia y ecuanimidad, pero es un gran paso adelante que la Justicia sea justa.
Lamentablemente esto, que debería ser apenas una noticia en medio de un diario, ocupa las tapas y no por las implicancias económicas sino por sus implicancias políticas, puesto que un Poder del Estado le puso coto a otro Poder del Estado. Tan acostumbrados estamos los argentinos a que se actúe por fuera de la ley, que cuando las cosas se hacen bien es noticia. Y a tal punto hemos llegado como sociedad que muchos de quienes creen que la Justicia es independiente por avanzar contra el aumento de tarifas son quienes la critican por investigar las denuncias sobre casos de corrupción, y viceversa.
Es necesario entonces que aprendamos a ser ciudadanos de un país en el que sus instituciones de a poco comienzan a funcionar, con errores, con equivocaciones, pero apegadas a las normas, para que cada uno de nosotros tengamos la garantía que las cosas se hacen como se debe.
Y este aprendizaje tiene que incluir el entender que la manifestación de nuestros ideales y nuestros pensamientos no se hacen por sobre los derechos de nuestros conciudadanos. Cierto es que en determinadas circunstancias, algunas medidas se hacen necesarias para poder lograr visibilidad de los reclamos, y entonces cortar una calle o hacer un paro se transforma en una herramienta válida de manifestación, pero no debemos acostumbrarnos a que esta sea la normalidad, porque no lo es. Máxime cuando quienes lideran esas protestas están más cerca de pelear por no perder ciertas prebendas y privilegios que de luchas por los derechos de quienes dicen representar.
Tenemos que tomar conciencia que esta vez sí, como se prometía en aquella lejana campaña electoral de 2003, se está construyendo un país en serio… pero en serio. Ya no se trata de meros anuncios publicitarios o marketineros para lograr el apoyo ciudadano, se trata de la reconstrucción de un país sobre las bases republicanas que plantea nuestra Constitución. Y en ese marco, entonces, poder discutir cuáles son las políticas que se cree más oportuno implementar, pero sin pretender que las reglas del juego se modifiquen a gusto, interés o necesidad del funcionario de turno, sino que nos garanticen un ámbito en el cual podamos desarrollar.
Parafraseando a Miguel de Unamuno, quien el 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, respondiendo a las declaraciones del General golpista Millán Astray sostuvo que ‘Acabo de oír el grito de ¡Viva la muerte! Esto suena lo mismo que ¡muera la vida! Y yo, que me he pasado toda mi vida creando paradojas que enojaban a los que no las comprendían, he de deciros como autoridad en la materia que esa paradoja me parece ridícula y repelente. De forma excesiva y tortuosa ha sido proclamada en homenaje al último orador, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte […] Este es el templo del intelecto y yo soy su supremo sacerdote. Vosotros estáis profanando su recinto sagrado. Diga lo que diga el proverbio, yo siempre he sido profeta en mi propio país. Venceréis pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho.’, de eso se trata entonces, de comenzar a reconstruir el derecho, para en ese contexto intentar convencer a través de razones. Eso es algo a lo que los argentinos o estamos muy acostumbrados, pero deberíamos comenzarlo a hacer si queremos construir un país en serio… pero en serio.
Publicado en La Reforma, General Pico.
http://www.diariolareforma.com.ar/2013/un-pais-en-serio-pero-en-serio/